LAS LÁMPARAS SON PARA SOÑAR
Cuando detienes la mirada entre sus brillos de cristal, el mundo empieza a dar vueltas como un carrusel donde cualquier sueño es posible.
No hay comida que se precie sin un ritual, sin un entorno que complete la experiencia, y los comedores de las casas de los indianos en Asturias, con sus enseres, muebles y detalles, nos transportan a esa época entre finales del siglo XIX y principios del XX en que un grupo de indianos enriquecidos en América se rodeó de belleza de puertas para adentro, poniendo definitivamente la guinda al pastel de su éxito social y económico.
Isabel de la Fuente nació en Llanes en 1884, casó con un indiano y cruzó el mar. Durante su estancia en México hace ya más de un siglo, fue escribiendo en dos pequeños cuadernillos un recetario de cocina. Con trazo a veces fuerte y a veces desvaído, como el pulso de una vida, la tía Isabel fue plasmando entre renglones una mezcla delicada de saberes tradicionales adquiridos en su hogar de Asturias, con los nuevos aromas y sabores del otro lado del océano.
En una prosa sencilla y con un tono coloquial, la tía Isabel va dando las claves para la elaboración de cada plato, incluyendo sopas, salsas, carnes, pescados, postres, etc., e incluso se aprecia cuando alguna de las recetas toca alguna fibra sensible de sus gustos personales.
Mañana viernes día 14 llega “A LA MESA DEL INDIANO, Cuadernos de la Tía Isabel”.
Espléndidas lámparas, seguro que no había muchos sitios por aquí para adquirirlas. Hace ya años también me tocó «pelearme» con una para ponerla en servicio, por no contar la riñonada para colocarla. Saludos.
Lo lejos que hemos llegado, ahora ponemos un halogeno más pequeño que la palma de la mano, pero no es lo mismo…
Alguna si! Arias de la Noceda con las iniciales no tiene duda (me gusta esa casa), la primera es de una de Allande que era bastante fastuosa pero no recuerdo el nombre aunque me quedé con el artesonado del techo, la de la casa Roja dudé pero me acordaba que era un pelín hortera y la que me falta (quitando el secreto de sumario que no tengo ni idea) podría decir que del Capitolio de Grao pero no me la juego. Lo digo mas que nada por el tono de las paredes, pero no creo.
Tienes buena memoria. La primera es del chalé de Manuel Cadierno en Pola de Allande, el resto aciertas salvo la penúltima que es de la Quinta Jardón en Viavelez.
Con la que está cayendo (económicamente hablando) podemos comprender un poco mejor como debieron de sentirse todas aquellas personas que tuvieron que emigrar y abandonar lo poco que tenían (incluso en algunos casos, a su familia) para poder seguir adelante. Algunos consiguieron el éxito y pudieron volver para asombro y envidia de sus vecinos y deleite de los mismos emigrantes retornados y enriquecidos…pero cuantos se quedaron en el camino, murieron o no pudieron regresar por falta de medios o incluso por vergüenza, por no volver tan ricos como pensaban y como habían hecho otros vecinos…
Gracias a los que si lo lograron aun con tanto esfuerzo podemos disfrutar de tantas maravillas…
Los que triunfaron fueron una pequeña minoria, y sabemos de ellos por las cosas que nos dejaron y la historia de su gran aventura. Del resto apenas nos acordamos. Gracias Lena.
Preciosa esta entrada. Las lámparas indianas intentaban, junto con el resto de la casa, de impresionar a todo aquel que las viera. Además la mejor lámpara suele presidir el comedor. Son imágenes para mí de sueño y a la vez de pesadilla… llevo unos meses que no hago otra cosa que restaurar lámparas… ¡Ya queda menos para el libro!
Buena suerte con las lámparas Martín, son bastante delicadas y algunas, como estas, pesan una tonelada. Lo bueno es no ser tú el que las limpie…
¿De dónde es el último techo? Por cierto tengo yo curiosidad por ojear ese nuevo libro tan peculiar, desde luego será el libro de recetas más esmerado que podamos comprar…habrá que ir pensando en romper el cerdito! Un saludo!
David, ese techo es «secreto del sumario» como dicen en el telediario. Lo veras en el próximo boletín para suscriptores dentro de una semana. Por cierto, ¿has adivinado el resto?.