RECUERDOS DE VIAVÉLEZ
Pelayo Jardón conoce la Quinta San Jorge en Viavelez desde su niñez.
Su bisabuelo, Eduardo Jardón, lo mandó construir.
Ese vinculo afectivo, unido a su conocimiento erudito de la historia, la arquitectura y las artes decorativas, hacen de este relato mucho más que una mera descripción del Palacio Jardón para convertirse en un delicado recorrido sentimental por sus interiores.
Es un autentico lujo para este blog tener hoy la colaboración de Pelayo Jardón:
La Quinta San Jorge fue construida entre 1914 y 1918 como residencia estival del médico Eduardo Jardón Perissé (1882-1942). Si entendemos por indiano aquel que, espoleado por la miseria, emigraba como polizonte y, con el dinero a manos llenas, regresaba para epatar a tirios y a troyanos, habremos de advertir que, en puridad, ni Eduardo Jardón, ni tampoco su padre, el banquero y capitán de la Marina Mercante, José María Jardón y Trelles, fueron indianos. Ello no empece para que pocas mansiones asturianas acusen, como esta de Viavélez, esa contradicción, tantas veces asociada a la arquitectura indiana, entre su cosmopolitismo de ribetes palaciegos y la modestia y rusticidad que la circundan. Cierto es que la sobriedad de su planta la diferencia de tantas extravagancias kitsch como las que a la sazón se erigieron en Asturias. Mas fuerza es reconocer la falta de sintonía de esta villa neoclásica, diseñada por Saínz de los Terreros siguiendo el modelo del Palacio Basileswky, de la avenida Kléber de París, con el pintoresco puerto de pescadores junto al que se halla.
Entre los motivos que llevaron a Eduardo Jardón a escoger Viavélez se cuentan la vinculación de su esposa con este lugar pero, sobre todo, el que su hermano Fernando, barruntando a lo que podía conducirle su ánimo dilapidatorio, tratando asimismo de evitar odiosas comparaciones, le disuadiera de construir la casa justo frente a la quinta que había levantado su padre en Ortiguera.
Pese a su lenta y dilatada decadencia, o precisamente debido a ella, los interiores del palacete de Viavélez conservan aún, como en naftalina, el eco de aquellas vidas derrochadas al ritmo de las primeras jazz-bands.
Entrando por una de las puertas traseras, llamada “del cura”, el visitante se topa con una gran escalera de roble americano que comunica la planta baja y la principal. Quizá se eche en falta una lámpara suntuosa, una alfombra mullida; pero la luz tamizada por la vidriera confiere al conjunto un aire inequívocamente propio del final de la Belle Époque. Maumejean diseñó para este monumental arco de medio punto una escena pagana de resabios simbolistas y, probablemente por sugerencia del comitente, la concibió como un homenaje póstumo a la memoria de Beethoven. Las columnas corintias, los cipreses en la lejanía, nos sitúan en alguna de esas necrópolis que se hallaban enclavadas a la entradas de las antiguas ciudades romanas. Mientras la musa Euterpe tañe la lira, unas ninfas, ataviadas con el peplos clásico, preparan guirnaldas de rosas para engalanar el busto del genio de Bonn. El contraste de la palma de láurea verde que sujeta el niño sedente con la corona ya seca que adorna el busto, es una clara referencia a la inmortalidad.
Siguiendo por la planta baja, advertimos que los techos, según las estancias, están decorados con artesonado o diferentes motivos clasicistas. Destacan también los solados de baldosa hidráulica inglesa de acabado manual, con recercado del mismo material, que, sirviéndose de motivos geométricos y florales, forman un tapiz ajustado a cada habitación.
El zaguán fue decorado en estilo Neo-Renacimiento con muebles de reminiscencia morisca. Sobre la mesa central, una jardinera de Royal Doulton, de la serie Sailing Ships, data de 1927.
A un lado del zaguán, está la biblioteca, dominada por el adusto retrato de José María Jardón y Trelles, obra de José Llasera. Los jarrones de Mintons y Talavera solían contener ramos de hortensias del jardín. Las butacas y el sofá chester conservan su tapicería original de cuero. En ese despacho acostumbraba a pasar consulta Eduardo Jardón; amén de jamás cobrar por sus servicios, pagaba, de su propio peculio, cuantos medicamentos precisaran los menesterosos.
Al otro lado del hall, y pasado un salón, se encuentra el comedor cuyo mobiliario de estilo Transición Luis XV-Luis XVI fue elaborado por Herráiz hacia 1918. También es obra de Herráiz, la gran lámpara Régence de bronce y cristal de Bohemia. El zócalo de roble americano oculta dos puertas secretas, una de las cuales conduce a la cocina. Originalmente las ventanas estaban guarnecidas con cortinas de damasco carmesí y estores de Valenciennes. De aquellos años, aún quedan en la vitrina piezas inglesas de Bristol, Doulton y Spode Copeland.
Colgaban entonces de las paredes lienzos de pintores afamados como Juan Martínez Abades, Eugenio Hermoso o Guillermo Gómez Gil. Su lugar lo ocupan ahora viejas estampas de Hanfstaengl, enmarcadas en la casa Vilches, que reproducen obras de la Pinacoteca Antigua de Munich y de la Galería de los Oficios de Florencia.
Quizá el encanto de estos interiores no radique ya tanto en su valor material como en su capacidad de evocar un mundo desaparecido: el de los relatos de Somerset Maugham y de Scott Fitzgerald, el de los ecos de sociedad que salpicaban las páginas de La Esfera o Le Dimanche Illustré. Como si el tiempo se hubiera detenido, en uno de los pasillos, un mapa alegórico de 1915 nos ilustra acerca del enfrentamiento de las potencias europeas durante la Gran Guerra. Bajo la escalera, junto a un gramófono de estilo neogótico, se apilan arrumbados viejos discos de pizarra con arias de Tosti y tangos de Gardel. La pianola Angelus, duerme el sueño de los justos en el gabinete de música, entre grabados de Arthur John Elsey y fotografías familiares; algunas de éstas son del propio Eduardo Jardón Perissé, que, ya en los años treinta, posó para Kaulak como gaucho de salón y también como galán maduro en el estilo de Douglas Fairbanks Sr.
Quedaría por visitar la planta superior, bajo la cubierta amansardada, antaño ocupada por el servicio femenino—doncellas, amas e institutrices—que allí dormían, pero también cosían, parloteaban; en los días de lluvia los niños subían sus bicicletas para hacer carreras en la gran sala central habilitada como cuarto de plancha. De todo ese bullicio no queda hoy más que una sucesión de camas Thonet con sus colchones doblados en dos, espejos que perdieron el azogue y una bandada de murciélagos que campa por sus fueros…
Un reportaje completo de la Quinta San Jorge aparece en el Volumen III de Palacios y Casonas de Asturias.
Habíamos visto el Palacio por fuera, unas fotos de la época y al fotógrafo de la familia. Y si te los has saltado antes, aquí está de nuevo el enlace a la Quinta Jardón de la que habla Pelayo.
En un rincón de Cuenca, en Casas de Benítez, cerca de Albacete, se encuentra lo que puede considerarse el » hermano mayor» del Palacio Jardón. Es el Palacio Gonzálvez. Proyectado por Luis Sainz de los Terreros en 1902. Hoy, pese a su declaración de BIC se encuentra en ruinas. Otro punto rojo en la lista de Patrimonio. Una de las ruinas más sorprendentes y misteriosas de este País.
SALUDOS
Boquiabierto me has dejado! Desconocía por completo la existencia de este Palacio y su lamentable estado de ruina. Tengo que compartir esto en una entrada. Gracias!
Fantastico los comentarios y las fotos del palacio.
Yo soy bisnieto de Pedro Fernandez Jardon hermano de Angel Fernandez Jardon casado con Maria Josefa Trelles :
Mi bisabuelo Pedro natural de Ortiguera se caso tres veces, con Josefa Fernandez, Felisa Pertiera y con la ultima Carmen Lopez Acevedo tuvo a mi abuela en El Espin Luisa Fernandez Jardon y Lopez.
Soy Capitan de la Marina Mercante jubilado y estoy analizando el cuadro genealogico de mi familia Jardon.
Estoy tratando de averiguar la fecha de nacimiento y/o fotos de mis tatarabuelos : Jose Fernandez Jardon y Rosa Mendez Casariego pero no he obtenido resultados.
Me gustaria contactar con alguien que podria aclarar dichos datos.
cordales saludos
Julio Mendez Colunga
Tel: 619 25 28 67
Email: juliomendez@telefonica.net
Julio, ahí queda su petición. Un saludo.
Gracias a Pelayo Jardón se mantiene este palacio como el primer dia, cuando lo proyectó y construyó mi abuelo, Luis Sáinz de los Terreros.
Como curiosidad, la cristalera realizada por Maumejean de la que habla Mariam, fue una de las muchas que se instalaron por deseo de mi abuelo Luis en muchas de sus obras. En la estación de Toledo existen unas cristaleras realizadas por la misma firma, que en los años 70 fueron restauradas partiendo de los cartones originales que se conservaban en la Casa Maumejean de Madrid desde la construcción de esta preciosa estación, en los años 20.
Gracias Luis por visitar el blog y comentar. Hace un tiempo tuve ocasión de hablar con los sucesores de la Casa Maumejean, hacen ahora sobre todo una gran labor de restauración de las muchas obras que tienen en España. Algún día quiero dedicarles más espacio aquí, merece la pena. Por otro lado, soy un admirador de la obra de su abuelo hasta donde la conozco, y con las explicaciones de Pelayo Jardón aún más.
Hace muchos años tuve la ocasion de habitar durante unas pocas semanas este magnifico edificio. Bellisima edificacion, y no menos hermoso jardin. Aunque se notaba a las claras que sus mejores años habian pasado. El edificio necesitaba una puesta a punto, lo mejor era la evocacion de otros tiempos que se sentia al recorrer sus rincones. Si la memoria no me falla, creo recordar que la familia propietaria del edificio pensaba ponerlo a la venta por unos 50 millones de pesetas de la epoca (años 70 ).
Juan, gracias por comentar. Ahora está de nuevo a la venta por bastante más dinero. Es cierto que los tiempos de su máximo esplendor ya pasaron, pero sigue siendo una de las casas de indianos más espectaculares de Asturias. Un saludo.
Hola Alejandro. Entré en tu Blog buscando información de Asturias (a la cual no he podido ir estando varias veces en España) y también de José María Jardón. Te cuento que este hombre donó las tierras para la creación de mi pueblo, Rancul en 1903 en La Pampa( Argentina). Primero se llamó «Villa Jardón» y luego en los años 50 cambió su nombre, el cual significa en lengua Mapuche Carrizal o Cañaveral. En este pueblo nació un cantautor radicado desde hace muchos años en Madrid; Alberto Cortez. Curiosidades de la historia…
Un saludo desde Argentina!!!
Diego, bienvenido y gracias por la información. José María Jardón debió de ser un personaje muy importante en Argentina en su tiempo. Aquí nos queda la que fue su casa de veraneo en Ortiguera, un precioso pueblo pesquero de la costa occidental de Asturias. Espero que en tu próximo viaje a España no dejes de visitar Asturias, merece mucho la pena. Un saludo cordial.
Hay un blog que se llama Madrid Art-Decço que hace una recopilación de edificios de este estilo, obviamente en Madrid, y en uno de ellos, ahora no recuerdo cual, hay unas vidrieras de Maumejean que son increibles, casi sin color, muy de la época, y que creo que estan en la escalera del edificio. Es una entrada del año 2008, pero merece la pena verlas. Unos artistas, vamos.
Mariam, según tengo entendido la casa Maumejean funciona todavía. En el último articulo que Pelayo Jardón escribió para este blog, menciona varias de sus obras (link) en España y concretamente en Madrid. Aquí en Asturias hicieron muchas cosas, en Villa Excélsior, Villa Radis, el chalé de Garcia-Sol, etc… Voy a mirar ese blog que mencionas, muchas gracias.
Qué hermoso y sugerente tu trabajo, Alejandro. Y qué optimista.
¿Que sea para bien la venta? ¡Hmmm!¡Ojalá!
Es curioso: el parisino palacio Basilewsky, en el que dice Pelayo que está inspirado éste de Viavélez, también se puso en venta hace un par de años, tras acumular casi siglo y medio de historia: allí fue a parar en 1868, cuando «la Gloriosa», nuestra Isabel II, que le cambió el nombre por el de «Palacio de Castilla». Luego se transformó en el famoso Hotel Majestic, de muchas resonancias literarias (Galdós, Simenon) e históricas (II Guerra Mundial, Unesco, Vietnam).
En Flickr hay colgado un trío de fotos correspondientes a tres momentos distintos:
http://www.flickr.com/photos/ruamps/2755609613/sizes/o/in/photostream/
Su pie indica escuetamente el recorrido histórico de tan importante edificio:
«Hotel Basilewski [1864-68]- Palais de Castille [1868-1904]- Hotel Majestic [1908-36]- Militärbefehlshaber in Frankreich (MBF) Commandant Militaire Allemand en France [1940-44]- Unesco [1946-58]- Centre de conférences internationales [1960-2009]»
Merece la pena ver la galería de su autor, Laurent David Ruamps (te encantará, Alejandro).
¡Que la fortuna sonría a ambos, Viavélez y Basilewsky-Castilla-Majestic!
Gracias Juan por tu aportación tan documentada. Le echaré un vistazo sin duda. Yo tenía la referencia de este edificio como Hotel Majestic, por sus resonancías historicas y sobre todo literarías. Creo que era el favorito de Hemingway, Fitzgerald, y toda la Generación Perdida de escritores americanos. Será optimismo o buenos deseos, pero espero que podamos contar aquí algún día que el Palacio sigue en buenas manos. Un saludo.
La emprea Maumejean es la misma que hizo las maravillosas vidrieras de Villa Excelsior. de hecho en el «Jardin», se les dedico una entrada y nos contestaron y todo. Muy majos.
Yo hice una foto en la que se veia la «firma» en la ventana. Esta colgada en el «Jardin»
Muxu
Si, había visto esa entrada. Esta empresa hizo otras muy bonitas en Villa Radis (Somao), pero tienen grandes obras. Son autores de las vidrieras de las catedrales de Burgos y Sevilla, del Banco de España en Madrid, y en tu tierra, de la de la Basílica de la Asunción de Santa María de Lequeitio (Vizcaya). Me has dado una idea para hacer una entrada con las vidrieras que tienen en Asturias, creo que merece la pena. Un saludo.
En una entrada anterior sobre este palacio, ya comenté que, la escalera con esa vidriera al frente era una preciosidad, y lo afirmo de nuevo. Magnifica.
Por cierto; que he leido hoy en La Nueva España, sección occidente, que el palacio está en venta por tres millones de euros, y teniendo en cuenta los metros y el lujo me parece barato. A ver, si quien lo compra, lo mantiene tal como está, porque sería una pena que se introdujeran cambios hacia la modernidad.
Preciosas las fotografias.
Un saludo.
Hola Mª Luisa, no conocía la noticia de La Nueva España pero sí sabía que el Palacio estaba en venta. Esperemos, como en otros casos, que sea para bien, es decir, que estos edificios singulares sigan conservando su esencia. Gracias por la información.
Muchas gracias, Pelayo, por abrirnos las puertas de este precioso palacete, una de las joyas arquitectónicas del Occidente. Igualmente gracias a Alejandro, como siempre, por su mirada incisiva.
Hola Xurde, realmente ha sido algo especial poder contar con la aportación de Pelayo.