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UN TIEMPO DESPUÉS

UN TIEMPO DESPUÉS

Oculto tras los muros de un palacio en ruinas, José Trenor construyó un mundo particular, frágil e invisible como una tela de araña.

En aquel patio de armas, el último habitante de las Torres de Donlebún plantaba y cuidaba con precisión de relojero cactus en objetos inservibles. A lo largo de muchos años fueron cobrando vida docenas, cientos de nuevos seres que, como extrañas marionetas, colgaban por doquier en aquella selva que sólo su dueño sabía explorar.

Ya te había hablado de José Trenor, y del trabajo fotográfico, pero hoy me ha traído de nuevo su recuerdo una exposición que se acaba de inaugurar.

Aquí tienes una muestra de esos objetos aislados, de gran carga poética, y otro recuerdo de las Torres.

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12 Comentarios

    • Alejandro Braña

      Muchas gracias José, no sé si Paloma conocerá esa historia.

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  1. Paloma Fernández

    Tuve la enorme suerte de conocer a este gran hombre. Hace más de 30 años que veraneo en Lois. Nos gusta pasear por las torres porque, cuando mi hijo era pequeño, nos inventamos que ese castillo era de unos piratas. Una tarde, Don José nos oyó y salió a la puerta invitándonos a entrar. Yo le conté la historia que nos habíamos inventado y él , muy amable y tierno, le contó una historia de piratas a mi hijo, el cual le escuchaba con la boca abierta y sin pestañear. Luego estuvimos curioseando sus cactus, una maravilla. Un encanto de hombre y un maravilloso trabajo el suyo, es una gran pena que se haya perdido.

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    • Alejandro Braña

      Hola Paloma, yo nunca me inventé una historia de piratas, pero las Torres me parecieron algo de otro tiempo la primera vez que me acerque en coche por lo que entonces era una pista misteriosa, oscurecida por los árboles retorcidos que la envolvían. Desde entonces he vuelto una y otra vez, antes y después de la muerte de José Trenor. Ahora se convertirá en algo muy diferente, pero tengo muy buenos recuerdos de allí. Un saludo

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  2. Paloma

    Pues me han sorprendido sus creaciones. Hay algunas muy originales. No conocía yo a este hombre…y su imaginación y constancia.

    En la penúltima foto es cierto, como dice Iñigo yo también pensé que figuraba un hombrecillo sacando la lengua.

    A ver si puede acercarme por la exposición!!

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    • Alejandro

      Paloma, ya que mencionas la constancia, fueron 30 años dedicados a una obra efímera, se dice pronto.

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  3. Ramón

    Me hubiera encantado conocer a este señor, … soy aficionado a pequeñas chapucillas/restauraciones/etc.., pero ver las desbordantes creaciones que realizaba, me deja perplejo. Un cactus en una tulipa de un coche clásico ( si no me equivoco, un Crysler ) me deja atónito. Saludos a todos.

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    • Alejandro

      Había que verle trabajar con infinita paciencia, colocando tierra con una cucharita de café, y regando con una jeringuilla, con sus gafas de aumento y su cigarrillo pegado en el labio…

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  4. Mª Luisa

    Que sensibilidad, imaginación, y paciencia, tuvo José Trenor, para conseguir esa variedad de cactus colocados en los objetos mas inverosimiles. Parece una sinfonia vegetal con las formas mas dispares que nos podamos imaginar. Produce tristeza, ver como está en la actualidad, sin la mano del artista que logró todo este prodigio.Es una pena, que esto no lo cuide nadie. Un saludo..

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    • Alejandro

      Mª Luisa, desgraciadamente todo esto se perdió, sólo quedan estas fotografías como recuerdo de su obra original. Un saludo.

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  5. Íñigo

    Hola Alejandro,te has fijado que en la penúltima foto hay un cactus pequeñito que sale del agujero y tiene una cara dibujada,parece un gato o un diablillo,o sólo es un truco tuyo de la foto,es que me ha llamado mucho la atención,es curioso.Que tengas mucho éxito en la exposición de Gijón y que la visite mucha gente,muchos saludos.

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    • Alejandro

      Gracias Ignacio, trucos no hay. Ya sabes que a veces los objetos toman formas caprichosas. Saludos.

      Responder

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