DÍAS EN LUARCA
Este lugar es un buen punto de partida para tu visita a la villa marinera de Luarca.
Al romper el alba, las luces del puerto están aún encendidas.
El mar en calma inmoviliza los barcos alineados en la dársena, convirtiendo el agua en un espejo sobre el que se reflejan.
Hay que trabajar deprisa, montar cámara y trípode, hacer cuatro fotos y zas, el hechizo se rompe, todas las luces de la villa se apagan a un tiempo, ha amanecido.
VISITA A LA VILLA MARINERA DE LUARCA
Desde este lugar la carretera desciende bordeando el cementerio, el faro, y finalmente la dársena del puerto, asomándose al abismo de las olas batiendo contra el acantilado.
Durante una temporada Luarca fue como mi segunda casa.
Las cercanas Villar y Barcellina, núcleos indianos por excelencia, y el centro de la villa, se convirtieron en el campo de mi sueño fotográfico, terminar Un Viaje en el Tiempo.
Casi una docena de casas de indianos fotografié entonces.
Muchas veces solo daba vueltas, buscando la pista de sus dueños, consiguiendo permisos, digiriendo las negativas y esperando la luz más adecuada. Todo se hacía de rogar.
Entre una y otra espera, me acercaba a menudo al puerto a fotografiar a los pescadores y sus faenas.
En ese ir y venir y seguir esperando, a veces coincidía con la llegada de los barcos a puerto que descargaban las cajas de pescado para introducirlas en la rula.
Fotografía y Pesca son dos actividades muy diferentes. Solo coinciden en que ambas son a menudo un ejercicio de paciencia.
El Mesón de la Mar de Luarca está bien ubicado y tiene unas vistas preciosas sobre el puerto. Pero el servicio es pésimo y los chipirones que comimos el 16 de agosto de 2013 estaban en mal estado porque cuatro de las nueve personas sufrieron intoxicación alimentaria (vómitos y diarrea) durante dos días.
María Rosa, siento mucho lo que les ha ocurrido, espero que todos estén recuperados.
Luarca!, mis recuerdos se funden entre Villar y la villa, las visitas casi a diario a «la pista», alguna que otra a media noche al impresionante cementerio, las noches de invierno, el susurro de las olas, las tardes de sábados en plena juventud, el náutico, Gayoso, la boite Saint Michel y «Mario maracas», el mesón de la mar, y algún que otro «tugurio», el Colegio Menor, la disciplina, el estudio a las 08:00 de la mañana, los domingos de chaqueta y corbata, el brazo en alto, el colegio «femenino», los guateques, las casonas de indianos, alguna que otra entrada de chavales en alguna ya abandonada por aquél entonces, y hoy medio derruída, la playa de portizuelo, la primera, la segunda …
No sé, cualquier tiempo pasado fue mejor?
Albert, no sé si serán mejores, pero los que describes aquí tienen buena pinta, ja, ja. Un saludo.
Preciosa definición Xurde; Luarca es todo eso que tu apuntas, y mucho mas.
Luarca es una villa que asume como propia la fuerza de las mareas, un espejo de historia en el que siempre hay algún fragmento que la propia villa pretende captar para sí misma. Esa fuerza que tañe la melodía de las olas en sus playas y que hace crecer y decrecer los últimos pasos del río antes de convocarlo a la cita con el mar, es la misma fuerza que atesoran tantas construcciones maravillosas como posee.
Un amanecer en ese anfiteatro portuario, las leyendas de piratas, puentes y besos, su himno de gaviotas a ritmo de tardes de verano, su cúpula verde… Desde luego, Luarca merece una visita, y mucho más.
Es una hermosa descripción, Xurde, gracias.
A m i me encanta Luarca, y voy siempre varias veces durante mis vacaciones porque estoy a tan solo 20 km. de ella. El puerto con sus lanchas pintadas de todos los colores ; el cementerio, el faro y la capilla forman un con junto dificil de igualar. El Villar y la Barcellina con su casonas de indianos tiene tambien un encanto especial. Lo recorro todo sin dejarme un rincon; y para terminar la visita un marisquito en El Meson del Mar, contemplando todo ese conjunto maravilloso.
Me encanta Luarca ¿se nota verdad? Ja,ja,ja.
Mª Luisa, digamos que se te nota bastante…Un saludo.