VERANOS EN LA RIBERA
Aunque es una tarde de finales de Febrero, la luz tiene esa calidez amarillenta, como en una vieja fotografía de aquellos veranos de hace un siglo.
Todavía es fácil imaginar cómo eran. Los indianos residentes en Cuba regresaban a Riberas de Pravia para disfrutar del verano. Algunos tenían casa propia o se alojaban en la de parientes, y el resto llenaban Casa Socorro, fundada en 1900 y que era tienda, bar, fonda, y salón de baile, donde se celebraban las mejores fiestas.
Casa Socorro, con sus dos edificios comunicados.
Cuentan que uno de estos nuevos ricos, José Alonso, se hospedó en esta casa a su retorno de La Habana, época en que fumaba los cigarros en billetes y la dueña, Socorro, lo llamaba Don José Alonso. A medida que iban disminuyendo sus caudales pasó a llamarlo José Alonso, después José y finalmente lo echó a la calle.
Riberas estaba lleno de animación, tiendas y bares regentados por acaudalados emigrantes que se habían instalado a lo largo de la vía principal. Ahí están, ya cerrados, Casa Belisario y Casa Regina, y la pretenciosa Casa Sama que Ramón Sama había reformado para darle un aire señorial.
Entre los chalés con encanto, el de Evaristo Martínez (1896), con sus iniciales en la entrada. Es curioso que tenga la galería orientada al norte y el alero de tejas invertidas, aunque esto último se repite en muchas casas del pueblo.
Cuenta Carlos Rodríguez-Navia que “el indiano Evaristo Martínez padecía del dengue y se vino para España, con buenos recuerdos, un guacamayo, algunas perras y un machete…En Riberas encontró a una paisana guapetona y oronda, llamada Cándida, se casó, levantó una casa de tres plantas, plantó una palmera y una magnolia y se dedicó a la placentera vida de vivir de las rentas…”
Y hablando de descanso, justo a la entrada de Riberas viniendo de Soto del Barco se encuentra Villa Pilar (1890) con su precioso cenador promesa de muchos veranos ociosos.
Vista Hermosa del indiano Luis González que había fundado los almacenes “El Baratillo” de La Habana.
Su jardín siempre es un sueño de verano.
Casi al salir del pueblo Villa América (1930). Su dueño, el indiano Leoncio Suárez, mandó pintar una bandera republicana en el zaguán de entrada. La casa fue ocupada durante la guerra civil y pasó a ser conocida desde entonces como “La Falange”. Ironías del destino…
Nota: ésta es la primera parte sobre Riberas de Pravia, recorre sólo las casas indianas a ambos lados de la carretera general que va de Soto del Barco a Pravia, pero aún faltan las que están en el interior del pueblo. Será en una segunda parte. Si pasas por Riberas merece la pena aparcar el coche y dar un paseo para recorrer todas estas casas, preferiblemente mientras cae la tarde en la ribera.
Buenas noches Alejandro,conozco bien esos lugares y las casas pues me queda cerca de Somao,y siempre en verano se aprovecha para dar paseos por esa zona,o en fiestas de esos pueblos de noche ,tantos años yendo por ahí,siempre me llamó la atención la casa roja,me parece preciosa y muy cuidada,Villa Pilar creo,qué pena las primeras fotos que has puesto y lástima que estén abandonadas,pues alguien con dinero y buen gusto,podría convertirlas en casas rurales,sería estupendo recuperarlas,porque de seguir así van a terminar en el suelo como tantas otras.Me ha hecho gracia la historia de José Alonso,al final a la calle por quedarse sin un real,jajajajajajajaja,pobre hombre.Saludos a todos,parece que llegó el buen tiempo.
Estas historias de indianos son muy graciosas, y me da la sensación que los que residían en Cuba traían, además de dinero, mucha animación y alegría a los pueblos en aquellos veranos, con grandes personajes como José Alonso. Estas casas de Riberas, al estar en una carretera general con mucho tránsito, tienen ahora menos atractivo para posibles compradores. Saludos.