UNO DE LOS NUESTROS
La salida del laberinto está en lo más alto, al divisar la torre verde y la vista del mar.
Para llegar hasta allí, hay que dejar el bullicio de restaurantes y terrazas, ascender por callejuelas estrechas y empinadas, sin rumbo fijo, entre casas de pescadores que guardan equilibrios imposibles apoyadas unas sobre otras.
Arriba está El Reguerío, el chalé que el indiano Valeriano López levantó sobre su antigua casa familiar, dominando el anfiteatro de Cudillero, para verlo todo y ser visto, para engrandecer su éxito económico por pura comparación con sus vecinos.
Hoy día, aún salta a la vista el contraste entre la casa y su entorno, en medio del bullicio de esta villa marinera que merece la pena que descubras con calma, deteniéndote en el puerto, subiendo y bajando por sus calles hasta perder la orientación, y terminando en alguna terraza de la dársena dispuesto a degustar algún manjar.
Es bonita la casa, y llama mucho la atención por «comparación», como bien dices. Tal vez no sea tan espectacular como otras pero tiene su encanto.
Hablando de Cudillero… ¿sabes si puede visitarse la Fundación Selgas-Fagalde? ¿Has hecho fotografías por allí?
Martín, las visitas a la Fundación Selgas-Fagalde creo que son escasas estos últimos tiempos, por obras en su interior, y hay que reservar plaza con bastante antelación (consulta su web). Yo nunca he hecho fotos allí, pero me gustaría. Un saludo.