TODAS LAS CASAS GRANDES
Y la torre orgullosa le dijo al árbol: Échate a un lado que yo soy la protagonista.
Bien parece que la «casa castillo», como la llaman, quisiera tanto protagonismo que hasta los árboles la molestaran, o que su primer propietario, Pío Junco, se hubiera fijado en las ilustraciones de los cuentos de princesas para levantar su mansión indiana en lo alto de una colina.
Estamos en Porrúa, concejo de Llanes, donde casi todo el pueblo emigró a México a finales del XIX, y donde los que volvieron ricos hicieron casas grandes, muy grandes, sin méritos arquitectónicos pero dispuestas a competir en tamaño con las de sus vecinos. Y a las pruebas me remito viendo, por ejemplo, la casona de los hermanos Manjón como un bloque desafiante que domina la vista del pueblo.
A su lado, un poco más abajo, encuentras La Pasera, construida en 1930 para el indiano Alfredo Sordo.
En la parte baja del pueblo, la plaza ovalada financiada por los indianos, ¿te suena?, dicen que copiaron la de Colombres, y ¿ves al fondo las tres casonas de las que te acabo de hablar?, no pasan desapercibidas.
En un lado de la plaza está la casa de Juan Noriega, de 1910, y junto a ella la casa de María Romano que parece salida de otro cuento.
Y luego está la huella indiana, el dinero que los emigrantes pusieron una y otra vez para cubrir las necesidades de su pueblo: la iglesia, con la placa que les recuerda, la escuela, el pequeño casino (nada que ver con el de Luarca, o Puerto de Vega, o Castropol, o Llanes), y el gran aguacate traído de América…
Porrúa bien vale una visita.
Pío Junco de Pandal fue en 1908 Vocal de la Sección de Instrucción y Publicidad, dentro Sección de Ingenieros y Arquitectos de Cuba. Y en 1909 es nombrado Arquitecto del Ayuntamiento de La Habana
Gracias José por esas pinceladas tan interesantes. Junco es otro de esos apellidos del Oriente de Asturias muy ligados a la emigración.
¡Enhorabuena, Alejandro, por mostrarnos una escuela, de las que tan avaro te muestras!
Has tenido el buen gusto, no obstante, de ocultarnos la horrorosa tejavana de uralita que alguien muy «moderno» puso a las mismas puertas del venerable conjunto, de 1924, que forman el centro docente y la casa de concejo, y que a más de uno quitará las ganas ahora de acercarse al espléndido Museo Etnográfico.
Quizá sean las escuelas el testimonio material más conspicuo de las instituciones fruto de la corriente migratoria de ida y vuelta desde las regiones norteñas en siglos pasados.
Entre febrero y junio de este mismo año, el catedrático Vicente Peña Saavedra presentó en Santiago de Compostela una magnífica exposición titulada Luces de Alén Mar. As escolas de americanos en Galicia, cuyo catálogo es accesible en esta dirección:
consellodacultura.org/mediateca/extras/876b34_luces_alen_mar_1_edicion.pdf
De otro tiempo, 1926, pero igualmente interesante y altamente sugerente, es la conocida publicación del que fuera Inspector de Enseñanza Benito Castrillo Sagredo El aporte de los «indianos» a la instrucción pública y al progreso en general de España y su historia, que la Biblioteca Virtual de Asturias tiene colgada en su página:
http://www.bibliotecavirtual.esturias.es/i18n/consulta/resultados_navegacion.cmd?busq_autoridadesbib=ASTA20090007543
¡Anímate, Alejandro, que hay tema!
Un agradecido abrazo.
Gracias Juan por comentar, tus escasas apariciones las hacen aún más interesantes. Llevas tiempo tentándome con las escuelas, pero lo considero de momento un hueso duro de roer, ya veremos. Tengo en PDF el libro de Castrillo Sagredo, plagado de información interesante y que revela hasta que punto los indianos aportaron ideas y dinero para las escuelas. Merece la pena la lectura, a la que me referiré en este blog en un futuro. Un abrazo.
Qué casualidad. Hoy como el día estaba nublado hemos ido dando un paseo a Porrua y hemos tomado el aperitivo en el antiguo casino. Tras admirar el magnífico ejemplar de aguacate junto al museo etnográfico y sus inmediaciones hemos regresado a casa haciendo el recorrido entre estas grandes casonas. Por cierto al castillo le han dado una mano de pintura.
Un saludo
Roberto, una buena excursión. Cuando hice fotos del «castillo», en un par de ocasiones, sus dueños tenían pensado algún tipo de explotación turística, no sé si hotel, casa rural o similar, e ignoro si finalmente han hecho algo además de pintar la fachada. Saludos.
Cuántos recuerdos de Porrúa Alejandro!! he estado trabajando más de un mes seguido con los ganaderos en ese pueblo y cuando terminaba mi jornada me he sentado muchas veces a mirar ese árbol, he comprado lotería en La Bolera (antes el casino) y me he tomado más de una docena de cafés, y cuántas veces me he quedado intrigada con esas casas de las que nadie ,después de un duro día de trabajo, tenía ganas de contarme su historia. Ahora tienes que seguir subiendo y contarnos algo sobre esa casa que está en lo alto de Parres, cuando acaba el pueblo. Un abrazo, Esther
Esther, ahora mismo no me doy cuenta de qué casa hablas, pero me fijaré en mi próxima visita. Abundan las casas «grandonas» en la zona, la mayoría de indianos. Un abrazo.