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Me encanta este blog. Saludos desde nuestro programa de radio de la RPA La Buena Tarde.
Gracias Patricia, ha sido un placer participar en vuestro programa. Espero que te asomes por aquí de vez en cuando. Un saludo.
Hola de nuevo, David. Si, las galerías de madera están a punto de derrumbarse. Los interiores se conservan tal cual, incluso con la sala de billar y unas pinturas de techos increíbles, como pudiste ver en el libro. En estas casas lo primero que se reforma es la cocina (no he visto ninguna conservada) y a veces los baños. La casa está un poco dejada, por falta de mantenimiento, pero es un tesoro. Con respecto a La Casa de la Torre de Somao me gustaría decirte algo, pero no me permitieron hacer fotos. Mi lista de casas iba más allá de lo que ves en el libro, pero hubo algunas negativas rotundas a dejarme fotografiar. Dicen los rumores que la herencia se dividió entre dos hermanos. Uno se quedó con la casa y el otro se llevó todo lo que había dentro, con lo que ahora habría perdido su aspecto original. La casa está muy bien conservada y los dueños van a menudo. Gracias por participar.
¿Y el resto de estancias también las conserva? La última vez que pasé por allí, las galerías estaban muy deterioradas y cuando le enseñé las fotos del libro a mi madre se quedó anonada literalmente,es una sorpresa.
Esto ya es por curiosidad, bueno como todo, pero tengo entendido que la Casa de la Torre de Somao se conserva también como en sus primeros años ya que sus dueños la usaban como residencia vacacional. Sin embargo no hay fotos de sus interiores y en el libro aparece el exerior y la verdad que me intriga bastante..jaja.
Gracias David. Es cierto, el exterior de Villa Isabel es muy austero, sin ningún atractivo. No estaba en mi lista de casas a fotografiar para el libro. Por casualidad, haciendo fotos en otra casa en Malleza, una señora me insistió en que debería ver Villa Isabel, y tenía razón. La casa es mucho más lúgubre de lo que parece en la foto, pero se conserva congelada en el tiempo.
Yo me quedaría con el de Villa Isabel, por el hecho de que al ver la casa por el exterior es difícil imaginar la riqueza de sus interiores. Si fuese por la belleza, no podría decidirme.
La verdad que es fascinante que después de casi un siglo puedas entrar en esos salones y poder verlos como algún día los vieron sus dueños.
¡Gracias por compartirlo con nosotros Alejandro!
Gracias José Miguel por participar. Me contaron que en una de estas casas el artesano que realizó las pinturas de los techos y paredes vivió 2 años en la casa para completar su trabajo y llegó a ser casi parte de la familia.
No me extraña que haya que entrar «pisando huevos», porque es como si al entrar no se quisiera interrumpir la Música que se escucha en estos salones, aunque sea la Música del silencio o del crujir de las maderas. ¡Qué belleza!… que nos hace reflexionar en la vulgaridad de la mayoría de los interiores hipermodernos de esta época de hiperconsumo y «usa y tira», que han olvidado las manos humanas, de los artesanos que confeccionan tanta belleza duradera, trasmutándolas en máquinas industriales, y sus productos, esas piezas caducas, planas, frías al tacto y en las que la luz queda atrapada en el más oscuro de los sentidos.