RECUERDOS DE WALTER
No hay palacio que se precie sin un buen fantasma, y Walter fue uno de los mejores: guasón, extranjero, y aviador.
Cuenta la leyenda que Walter era un aviador inglés (otros dicen que irlandés o ruso) que fue derribado sobre los campos de Avilés durante la Guerra Civil. Tras la contienda buscó morada como fantasma en el Palacio de Balsera de Avilés.
Con su espíritu burlón, a menudo tiraba cuadros, movía las manillas de las puertas y hacía sonar el piano, atemorizando o divirtiendo a los que allí vivían, aunque dicen que hace tiempo que ya no se le oye.
El Palacio de Balsera fue terminado en 1915 para el rico comerciante Victoriano Fernández Balsera y tiene la particularidad de que en su construcción se empleó hierro y áridos extraídos de la orilla del mar. En su tiempo tenía un maravilloso jardín con piscina que llegaba hasta la calle Cabruñana (dato por si eres de Avilés).
Fue comprado a la familia por el Ayuntamiento en los años 80 y actualmente alberga la Escuela de Música de Avilés. Como ves por las fotos, el palacio ha sufrido un lavado de cara recientemente, lo que ha sumado a su irresistible encanto de volúmenes, derroche modernista, y belleza.
Walter tenía buen ojo…
Un último detalle. Dentro del salón principal (lo que hoy día es el pequeño auditorio) hay dos columnas de un mármol precioso (de una sola pieza) traidas expresamente y a medida del peloponeso, con capitel de bronce. Iban a ser colocadas en la puerta principal, pero fueron sustituidas por las de cemento que hoy día lucen. (Cuentan que Les pareció ya un exceso de soberbia y decidieron ponerlas en el interior)
Jorge, recuerdo esas columnas, pero no sabía que fueran tan valiosas. Lo que cuentas resume la impresión del recién llegado, un capricho llevado hasta el último detalle. Gracias.
Yo estudié varios años en este edificio y me lo conozco como la palma de mi mano! El interior es realmente espectacular. Contaba con todo tipo de lujos para la época (incluso para los más adinerados) como puedan ser habitaciones en suite con baño privado y una calefacción central con unos radiadores finamente decorados que funcionaba de manera impecable. La vidriera emplomada del techo del hall principal así como sus suelos profusamente detallados son dos cosas a destacar.
Gracias Jorge por aportar más detalles, me encanta este palacete.
Respecto al último comentario, creo que, efectivamente, en el centro de Avilés se ha respetado más todo el tema de edificaciones (casas, casonas, palacios, etc) con historia en comparación con otras zonas (como por ejemplo en Oviedo, donde «la piqueta» se vuelve loca).
«La piqueta» fue una gran fiebre que se nos ha pasado con la crisis, pero perdimos la oportunidad de rehabilitar y conservar muchas pequeñas joyas como esta durante años. Una pena.
Hace meses, cuando «aterricé» por Avilés, me sorprendió ver las muchas casas y casonas esplendorosas que hay. También alguna casi destruida.
Creo que todos teníamos una idea distorsionada de Avilés por su pasado industrial, pero el centro es una joya.
Su esposa se llamaba Herminia Gutiérrez de la Campa, que murió en 1924 en Madrid aunque se enterró en La Carriona, también tuvo un hijo llamado Alvaro
Gracias José, por lo que he leido, el palacete siguió en manos de la familia hasta su venta al ayuntamiento en los 80.
Y una hija llamada Josefina.
Sin duda el lavado de cara le ha dado más empaque del que tenía. Es un palacete espléndido y sus interiores no desmerecen, por lo menos la gran escalera. Ese modernismo es un poco tímido mezclado con elemento más historicistas pero el conjunto es de gran belleza. No logro entender por qué no se conservaron los jardines (que según cuentan eran imponentes a tono con la casa) y acabaron dejando ese campo (ya que no se le puede alagar llamándole parque). Unas buenas entradas sobre Avilés, me quedo más que satisfecho. Las fotos como siempre impecables, un saludo!
David, lo de Avilés en este blog no ha terminado ni mucho menos, quedan muchas cosas que enseñar. Me hubiera gustado mostrar la espectacular escalera, pero no he tenido oportunidad de fotografiarla todavía, al igual que otros detalles del interior que merecen la pena, lo dejo para otra entrada.