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Tiene que ser exuberante con tanto como ha llovido. No sabéis cuánta gana tengo de volver a zascandilear por Asturias y comprobar personalmente esos colores que nos enseñas en las fotos… ¡Qué suerte vivir allí!
Me hace gracia, con tu «fijación» por las portillas de madera, que la resaltes entre esos enormes árboles. Supongo -claro- que en eso consiste el ojo del buen fotógrafo, pero me recuerdas a la princesa del guisante en el cuento, ja, ja… Un abrazo, Alejandro.
Gracias Maite, lo mio con las portillas empieza a ser materia de psicoanálisis…Asturias está tan verde que da gusto verla, aunque el precio sea demasiado alto (tanta agua cansa un poco). Voy a mirar lo de la princesa del guisante, me gustan los cuentos.