PLANTAR UN ÁRBOL
Una historia tan pequeña, que podría escribirse en el reverso de un billete de vuelta a casa. Y en este diminuto relato hay algo de naufragio, de sinrazón y de deseo. Dice así: un indiano vuelve de México a su pueblo natal, Porrúa (Llanes), y lo hace con una maleta, y dentro de esa maleta esconde un pequeño árbol, y lo planta, y con el paso de los años el indiano muere pero el árbol le sobrevive. Ese árbol es este aguacate que ya tiene 100 años y que podría llegar a alcanzar los 30 metros de altura. ¿Fue lo único que el indiano trajo en la maleta, su única pertenencia?. Si habláramos de estadística, algo nada bonito para un cuento, el porcentaje de indianos que llegaron a hacer fortuna fue insignificante. Una gran mayoría no pudo ni siquiera juntar el dinero necesario para regresar. Siempre que veo este árbol, pienso que es un homenaje a todos los que no lo consiguieron. Las mejores historias están protagonizadas por perdedores. Mañana seguimos…
El árbol es impresionante, te impacta la primera vez que lo ves y todas las demás. Acabo de llegar a casa ya con un frio invernal y al ver las fotos me he acordado del último paseo que dimos a Porrua en agosto, como tras la larga y calurosa caminata nos supo a gloria la cerveza que tomamos en el casino a pocos metros del aguacate.Besos
Ascen, siempre tengo envidia de vuestras excursiones por Asturias. Un beso.
Incluso además de volver pobres, sufrían en ocasiones el desprecio de sus vecinos, llegando a ponerseles en nombre de indianos de pote, cuando tuvieron el valor de jugarsela, aunque creo que en ocasiones no solo pasa con los emigrantes, sino que también en otros ordenes de la vida.
José, había varias canciones populares que hacían mofa de los que volvían sin fortuna, los «americanos del pote»: Americano del pote, cuando viniste, cuando llegaste, la cadena del reloj ya la luciste, ya la empeñaste. Sorna y envidia a partes iguales.
Qué bonita historia!!! Es bueno recordar a los que no figuran en los libros, a los que no consiguieron sus sueños pues su camino fue tan duro como el de los demás pero sin recompensa. Especialmente ahora, en tiempos de crisis, cuando creemos que nuestro pequeño mundo de comodidades se hunde, debemos mirar a nuestros antepasados y aprender de su lucha y su tesón.
Gracias Patricia. Suscribo tus palabras y hay que recordar que los asturianos de esa época, no tenían crisis, tenían hambre.