PERSIGUIENDO EL SOL Y LA MEMORIA
Llegué a Figueras por primera vez buscando, como no, una casa de indianos, el chalé de Doña Socorro. De mis devaneos con la memoria de la viuda del indiano, sus casas y su recuerdo, iré contando muchas cosas aquí próximamente.
Pero aquel primer día, partiendo de su finca en lo alto del pueblo, recorrí las calles de Figueras, mezcla aleatoria de casas modestas y nobles, topé por casualidad con la escondida Iglesia de Santiago Apostol y, sin norte ni prisa, me paré largo rato en la calle Cervantes para admirar la primera casa de Doña Socorro y refrescarme con la brisa que ascendía de la Ría del Eo.
Al caer la tarde, el sol se escabulló por sus calles, doblando las esquinas a fuerza de reflejarse en sus casas blancas, rebotar caprichosamente en cristales y azulejos y lucir los dorados de picaportes y verjas.
Fue el momento de bajar al puerto y tener, por fin, una visión de conjunto, con el Palacio de los Pardo Donlebún presidiendo la vista y, a mi espalda, el último rayo de sol iluminando los bancos de arena frente al muelle, invitando a deslizarse sobre ellos como en una pista de hielo.
Nota: Figueras está en el extremo occidental de Asturias, se accede directamente desde la A-8 justo antes del Puente de Los Santos que separa Asturias y Galicia.
Una maravilla de reportaje y de articulo. Gracias Alejandro
De nada, Juan. Figueras es un sitio especial para mi y siempre descubro cosas, el paraiso para un fotógrafo. Saludos.