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Qué importante es saber mirar cuánto nos rodea y bonito el transmitirlo, en este caso a través de una fotografía.
Muy bonito también el homenaje que, en pocas palabras, refiere Maite.
Gracias.
A ti, Paloma.
Es sobrecogedora esta anécdota …!! Se erizan los vellos al leerla.
Enhorabuena porque de pura herrumbre haces poesía con tus fotografías…!!
SALUDOS
Es cierto Nicolas. Con una bicicleta oxidada a la que le faltan piezas, Alejandro es capaz de hacer arte, y sacarle todo su encanto.
Gracias Nicolás, estas pequeñas historias me emocionan.
Muy triste Alejandro, porque tú,mejor que nadie, sabes que fueron muchos, los que como el chico de la bicicleta, embarcaron un dia llenos de proyectos e ilusiones, y desgraciadamente se quedaron en eso. Otros, (los menos) pudieron cumplir sus sueños, y gracias a ellos, hoy en día podemos disfrutar en Asturias, de esas maravillosas casas indianas que nos hacen soñar a todos.
Preciosa y nostalgica entrada.
Un abrazo.
Nunca sabremos si el dueño de esta bicicleta tuvo -después de todo- una vida feliz en La Habana.
Parece un modesto homenaje a aquéllos que partieron llenos de ilusiones, soñando un pronto regreso glorioso… pero nunca pudieron volver. Y también a los que quedaron y cumplieron su palabra.
Es un símbolo del viaje y del paso del tiempo.