
HERRADURA

Veo a menudo estas herraduras clavadas en la entrada de casas y hórreos y desconozco la razón.
No sé si las ponen para colgar o atar determinadas cosas o si está relacionado con ser un símbolo de buena suerte que espanta a los malos espíritus.
En la entrada anterior también había herradura, y la de hoy está en la puerta de una casa de San Esteban de los Buitres, concejo de Illano.
Muy bonita la leyenda, aunque intuía el caracter protector que debía tener la herradura me ha gustado
mucho la explicación de Ana. Supongo que será algo similar a esas cruces que aparecen pintandas, especialmente en las entradas a las cuadras, en muchos pueblos del Occidente asturiano. Las herraduras
también las he visto en algunas ocasiones en los cierres y entradas a los «praos» donde pace el ganado.
Un Saludo.
Es cierto Oscar, se me olvidaba lo de las cruces, que aparecen pintadas en la madera en distintos tamaños.
Bonita leyenda que aporta Ana. En la próxima visita al pueblo, voy a revisar todos los horreos en busca de este detalle. Que disfruteis el fin de semana.
Ramón, está en hórreos y también en las puertas de las casas. Un saludo.
Preciosa foto!, y si, creo que tienes razon, que es para atraer la buena suerte, y he encontrado en internet esta interesante explicacion: «Aunque los griegos introdujeron la herradura en la cultura occidental en el siglo IV, y la consideraban como símbolo de buena suerte, la leyenda atribuye a san Dunstan el haber otorgado a la herradura, colgada sobre la puerta de una casa, un poder especial contra el mal.
Según la tradición, Dunstan, herrero de profesión pero que llegaría a ser arzobispo de Canterbury en el año 959, recibió un día la visita de un hombre que le pidió unas herraduras para sus pies, unos pies de forma sospechosamente parecida a pezuñas. Dunstan reconoció inmediatamente a Satanás en su cliente, y explicó que, para realizar su tarea, era forzoso encadenar al hombre a la pared.
Deliberadamente, el santo procuró que su trabajo resultara tan doloroso, que el diablo encadenado le pidió repetidamente misericordia. Dunstan se negó a soltarlo hasta que el diablo juró solemnemente no entrar nunca en una casa donde hubiera una herradura colgada sobre la puerta.
Desde la aparición de esta leyenda en el siglo X, los cristianos tuvieron la herradura en alta estima, colocándola primero sobre el dintel de la puerta y trasladándola más tarde al centro de ésta, donde cumplía la doble función de talismán y picaporte. «.
Muchas gracias Ana!, es una historia preciosa. Te agradezco que la hayas traído aquí. Todo era poco para tratar de ahuyentar de la casa al hambre, la enfermedad, y otras desgracias.