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Nací y me crié a escasos metros de la casa y recuerdo a Don Aurelio, como se le llamaba, con sombrero jipijapa y bastón fino tipo cañavera. A los críos nos daba alguna perrona gorda.
Fue un placer para mi poder conocer la historia de la familia gracias a Carmelina.
Esperaré ansiosa esas entrevistas. Un saludo.
Espero conseguirlas, será interesante.
Carmelina es todo eso que tu enumeras Alejandro, y yo añadiría que, refleja un gran sosiego en su rostro dulce, resultado seguramente de una gran vida interior. Es emocionante ver, como quiere y cuida la herencia recibida con gran respeto hacia lo creado por su abuelo. Sería estupendo que pudieras contactar con mas descendientes de esos indianos, para que te contarán sus vivencias y recuerdos. Un saludo.
Eso espero Mª Luisa, es algo que las fotos no pueden contar. Estoy intentando tener más entrevistas con descendientes directos de indianos y poder contarlo aquí. Un saludo.
Todas, todas tus fotografías son maravillosas pero esta entrada me resulta especial, la fotografía de Carmelina que poco difiere a la de una indiana del siglo pasado, sus recuerdos, la casa que no es nada ostentosa pero si acogedora y ese pequeño jardín delantero que cuando yo lo fotografié a principios de julio antes de la gran tormenta estaba cubierto de calas, hortensias, agapantos, rosas y muchas más flores que no sé ni su nombre, ¡que contraste de colores!
Hay casas indianas espectaculares pero cerradas, sin vida en los jardines, admiro su belleza y pienso que diferente tuvo que ser en vida del indiano. ¿Te imaginas todas ellas como la Villa Tarsila del blog de Roberto? Algunos indianos no tuvieron casi hijos pero quizás si muchos nietos. Besos
Ascen, sé como te gustan los jardines por tus comentarios aquí. El jardín y la casa de Víctor son ahora el reflejo de la personalidad de Carmelina; metodica, ordenada, tranquila, atenta. Ella llegó este año a finales de Mayo y seguro que se puso enseguida a la tarea de hacer florecer su jardín. Yo también pienso a menudo en como serían estas casas en vida de los indianos y en como las casas están tan unidas a las personas que las habitaron. Se me pone la carne de gallina cuando leo los comentarios en la entrada de Villa Tarsila del blog de Roberto. Especialmente hay una señora que, aparte de escribir de maravilla, tiene una memoría vívida de aquella época. Sería emocionante hablar con ella y que relatara sus recuerdos antes de que se pierdan. Un abrazo.
Pedacitos de historia para aliñar estos lugares. Saludos a todos.
Saludos Ramón.