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Hola Alejandro, soy hermana de Luis y te puedo aportar algo más. Las hermanas del indiano Ricardo López fueron Concha y Modesta y vivieron en la Casa Grande hasta su muerte. En una de las maravillosas fotografías figuran unos baules y en uno de ellos hay una etiqueta con el nombre de Modesta. Ricardo, hijo del indiano casó con mi tía pero murió joven y sin hijos. A mediados de este mes estaré en Ribadeo pasando unos días y me gustaría, si es posible, me indicaras con quien tengo que contactar para poder ver la casa por dentro pues yo no llegué a visitarla. Un cordial saludo
Hola Lola, gracias por escribir. Te mando un correo a ver si es posible que cumplas tu deseo de ver la casa.
Me ha puesto los pelos de punta…..maravilloso reportaje; tal y como dices, casi casi se puede una imaginar cómo trancurría la vida en aquél entonces….precioso¡¡¡¡
Pocas veces aparece una casa que se ha conservado a pesar de llevar tanto tiempo cerrada. Gracias al respeto de los dueños por lo que han recibido.
Gracias Nicolás por tu aportación sobre la pintura. A mi me cuesta en algunos casos distinguir entre el papel pintado y la pintura cuando el paso de los años recubre todo con su filtro. Por ejemplo, en la sala de las pinturas me parecía que la pared estaba empapelada cuando en realidad es un dibujo repetido con plantilla. Me acabo de dar cuenta tras tu comentario y volver a mirar con detalle las fotos. No les ganaba nadie a pacientes y meticulosos a estos pintores.
El interior de esta casa es una auténtica » joyita» en cuanto a la decoración de sus paredes. Es un buen referente de lo que se hacía en aquella época . Las escuelas de las «faux art» o de la pintura de imitación tuvieron su apogeo durante el XIX y principios del XX . La Casa Grande recoge esta tendencia. Normalmente fueron realizadas por artistas especializados que, sin renombre, trabajaban por encargo de casa en casa.
El zócalo de madera del comedor parece, realmente, lo que quiere imitar : una marquetería de maderas nobles. Es un » trampantojo » en toda regla. Pese a su desgaste sigue siendo una preciosidad.
El zócalo del vestíbulo, aunque esté muy descascarillado, se adivina que quiso imitar un marmoleado gris azulado ( con baquetòn incluido). En la parte de arriba ,a su vez, se aprecian unas tenues líneas pintadas a modo de sillares de piedra.
En la sala de las pinturas con escenas de Gijòn, los paños quieren parecer que estuvieran empapelados con un estampado, cuando lo que realmente tienen son unos dibujos repetidos en secuencia que han sido estarcidos con una plantilla.
No importa que las paredes tengan desconchones , grietas o manchas de humedades. No son defectos… Son las marcas del tiempo y sus señas de identidad. Tienen personalidad propia y hacen única a esta gran casa. Si yo fuera el afortunado comprador ni las tocaba… Limpiaría ,eso sí… Pero sólo lo justo…
SALUDOS
Una maravilla de fotos, que nos permiten identificar la esencia de la casa.
Cuántas mecedoras habrás fotografiado y qué sensación de calma ofrecen, aquí además una sensación unida al abandono.
La foto tercera, con esas pinturas en lo alto de la pared con imágenes marítimas como si se tratara de cuadros, el reflejo en el espejo, los baúles de viaje con las iniciales…
Una pena que todo esto se pierda si el comprador no respeta lo antiguo, si no piensa en una restauración respetuosa que permita que se mantenga la esencia de la casa, para permitirnos disfrutar de lo que fue en su día. Ojalá que el que lo compre tenga la delicadeza de guardar este ejemplo de lo que fue una época y forma parte de nuestro patrimonio.
Una pena lo del bloque de pisos anexo… Y no es la primera vez. Hace daño a la vista.
Paloma, me encantan las mecedoras y nunca dejo de fotografiarlas cuando las veo en una casa. En la galería de esta casa hay al menos dos que recuerde. Hay una gran variedad de pinturas decorativas por toda la casa, incluyendo comedor, salones y dormitorios. Un trabajo paciente y minucioso.
Una casa fantástica! Un exterior austero que guarda una rica decoración interior, no es la primera vez que nos encontramos esa situación y curiosamente, para mí, es la más grata. Juan Miguel de la Guardia tuvo un par de buenos encargos en Castropol. Me sorprende la poca atención dedicada a los suelos cuando el resto de paramentos se adornan tan ricamente y se elije un mobiliario tan llamativo. ¿No hay ninguna pista sobre el autor de las pinturas? Sobre su fururo, ya habíamos comentado que su elevado precio de venta no da muchas esperanzas y la conversión en hotel, como dice Íñigo me da miedo, creo que alteraría esa riqueza. Es cierto que necesitaría cambios para adaptarla a cualquier uso (incluso vivienda) pero me gustaría que se hiciesen con sentido e intentando , dentro de lo posible, conservar un testimonio tan bueno de nuestro pasado. Sobre lo que dice Nicolás, es muy cierto la pátina que tiene esta casa pero hay que saber diferenciarla de la suciedad, que también abunda jajaj. Es curioso lo bien que se han conservado pinturas y muebles a pesar del tiempo que ha permanecido cerrada. Finalmente, quiero felicitarte por el libro, lo he estado disfrutando este fin de semana y he de decir que he encontrado nuevas sorpresas que seguro iremos comentando próximamente. La elección de la portada, en mi opinión, es todo un acierto y el contenido… que mas se puede añadir. Enhorabuena por la «conclusión» de ese proyecto, que seguramente, te ha dejado un buen sabor de boca a pesar del gran trabajo que ha debido suponer. Un saludo.
Cierto David que algunas casas -de aspecto sencillo- nos sorprenden en su interior. Recordamos el caso de Villa Isabel en La Ferrería. Ese exterior con poco interés las convierte muchas veces en carne de cañón. Sobre el pintor no tengo ni idea, pero me llamó la atención que uno de los frescos del salón es una recreación de la Bahía de Gijón. Quizás el pintor procediera de allí ya que el indiano y su familia no tenían vinculación con la ciudad.
Hay un trabajo muy extenso y laborioso de pintura para una casa de 900 metros. He leído en alguna parte que el proyecto de la casa pudo iniciarse en 1907 y concluirse en 1912. Por testimonio de familiares de otros indianos, era posible que el trabajo de pintura durara dos años, y en esta casa desde luego que echaron mucho tiempo.
Su esposa Cándida falleció en Castropol 13/10/1918, en Agosto de 1917 aunque la prensa decía que estaba enferma no de gravedad, fue visitada por el prestigioso médico gallego Miguel Gil Casares.
Cuando falleció Ricardo vivía en Madrid en la calle Lagasca, 113. Su hija María moriría también Madrid donde pasaba los inviernos en Noviembre de 1931.
José, esta familia sigue siendo en gran parte un misterio para mi, quizá por su escasa descendencia y algunas lagunas que soy incapaz de llenar. No encontré a nadie en Castropol que me hablara de ellos.
Hola Alejandro,
soy sobrino de la viuda de Ricardo López y penúltima inquilina, antes de los actuales propietarios, de la Casa Grande de Castropol. En esa casa estuve visitando a mi tía, junto con alguna hermana mía, en 1982. Y recuerdo perfectamente el salón y la merienda delante de ese magnifico aparador que nos ofreció mi tía. Como muestras algún interés y curiosidad por la familia puedo darte, de manera privada, algunos datos que te sirvan como referencia.
Qué alegría me das! Me pongo en contacto. Muchas gracias.
Quizás tengas razón Iñigo …y lo mejor sea que la Casa Grande y otras tantas , en iguales circunstancias , acaben siendo hoteles rurales para evitar ese «triste destino».
Pero que nadie nos quite el placer de verlas previamente en su estado puro, tal como nos las muestra Alejandro en sus libros. Nuestros ojos no llegan mas allá de lo pueden ver a través de una ventana medio abierta y, la mayoría de las veces, ni eso. Tenemos que conformarnos con ver sólo su exterior. Este libro es un regalo para los ojos…nos lo acerca todo.
Cuánto me alegro de que con estas fotografías nos quede constancia de cómo es un interior y admirarlo en su origen. Me gusta ver las cosas en su esencia. En esta casa se ve y se palpa en cada metro cuadrado.
He estado y visto muchos hoteles rurales de casonas maravillosas como ésta. En la mayoría de las ocasiones la transformación es tal que es imposible reconocer su origen más allá de lo que se aprecia por su estructura externa , que es la única a la que se obliga a mantener. En el resto de ocasiones el cambio ,aunque acertado y respetuoso, ha eliminado, lógicamente , el rastro del paso del tiempo. Con lo cual desaparece su esencia en pro de otros intereses hosteleros muy respetables.
En cada estancia de La Casa Grande queda algo que tiene un nombre precioso: PÁTINA. Es una palabra que me gusta hasta la saciedad. La pátina , igual que el prestigio, ni se compra ni se vende. Se adquiere co el paso del tiempo. Probablemente no sirva para mucho, pero imprime carácter y se aparta de la vulgaridad.
SALUDOS
Estoy de acuerdo Nicolás. Yo tenía un pálpito con esta casa que siempre he conocido cerrada. He pasado mucho tiempo en Castropol: fotografié tres palacios, un casino, otra casa de indianos, y además tenía cerca el rastro de mi querida doña Socorro, pero una y otra vez pasaba por delante y presentía que había algo interesante en su interior. Finalmente la puerta se abrió y aquí está. Sus dueños han tenido la delicadeza de conservar lo que hay, hasta en los detalles más pequeños. Tiene una difícil venta porque algún descerebrado consintió que se levantara un bloque de pisos a un palmo de la casa -casi se puede tocar la fachada desde una de sus ventanas y no exagero- y además está en una calle bastante estrecha. Sólo espero que finalmente pueda caer en unas manos sensibles…
Sin duda es uno de tus reportajes más espectaculares. Captaste a la perfección esa atmósfera fuera del tiempo. La calidad de los muebles, las telas, esa luz… cada fotografía es una joya!!
Ya sabes Martín que Juan Miguel de la Guardia y yo nos estamos conociendo, y cada vez le entiendo más.
Triste destino de La Casa Grande,tantos años vacía,se nota por las fotos que está muy abandonada,llena de polvo,esa mecedora en la galería está ahí como esperando que alguien se siente y de vida a la casa.Triste destino,estaría muy bien convertirla en hotel rural,volvería a la vida,las pinturas de las paredes y de los techos parece que se conservan bien y el mobiliario es muy bonito,ojalá que aparezca alguien para rescatarla del olvido.Un saludo a todos.
La casa espera un comprador desde hace varios años, pero no llega. Son casi 1000 metros cuadrados la casita!
Precioso mobiliario…, se me cae la baba sólo con mirarlo… Alejandro , mucha suerte con el nuevo libro. Saludos a todos.
La casa está a medias, entre estancias que podrían parecer habitadas y espacios vacíos. Gracias por tus buenos deseos para el libro.