EN EL JARDÍN DE DORIGA I
Las puertas están abiertas para todos, siempre.
Desde que falleciera su último morador hace menos de dos años, los jardines del Palacio de Doriga se pueden visitar, y te recomiendo que te acerques hasta allí. Es otro de los pequeños descubrimientos que te reserva el Occidente de Asturias.
Yo estuve de nuevo en Doriga hace poco, este mes, no había vuelto desde las fotos para “Palacios Rurales de Asturias Tomo II”. Por entonces Juan ya estaba muy enfermo, era invierno, se me hizo de noche para el reportaje, en el interior estaba muy frío, y guardaba por todo ello un recuerdo algo triste. No me dio tiempo entonces a pasear con tranquilidad por el jardín que, aunque maltratado por el tiempo, guarda rincones donde detener la vista.
Ahora he podido recorrerlo despacio, y espero que estas fotos (en dos partes) te despierten la curiosidad y las ganas de visitarlo. Doriga por dentro (puedes ver algo aquí) y por fuera solapa muchos siglos de historia, desde su origen en una torre del siglo XIV, hasta su compra por el indiano Juan Fernández Bao en 1890 como regalo de boda para su hija.
Por cierto, el Palacio de Doriga era la incógnita de nuestro último concurso. Gracias Ignacio, Oscar, Mª Luisa, Covadonga, Ramón, Ascen, Paloma, Enrique, Belén, Lena, Faustino, y Maite por participar en el juego. Acierto pleno de todos al identificar el palomar en un extremo del jardín. El ganador ha sido Enrique (salió el nº8)
Muchas gracias a todos por las felicitaciones.
La verdad es que me fue muy fácil acertar porque hace muchos años que paso por allí dos veces al mes y siempre me quedo mirando al palacio. No sabía que ya se puede visitar el jardín. La próxima vez que pase con tiempo, pararé a visitarlo y hacerle alguna foto desde cerca, pues todas las que tengo son desde lejos.
Y muchas gracias a ti, Alejandro por el maravilloso regalo.
Un saludo
Gracias a ti Enrique por participar, y no te olvides de decirme qué libro quieres. Saludos.
Si, la he visto Alejandro. Salen palmeras en la tercera, cuarta y novena foto y verdaderamente se ven pequeñas al lado de estos «monstruos». Seguro que no lo son tanto (no se si son varias o la misma palmera tomada desde distintas perspectivas). Algunas casas de indianos lucen verdaderos ejemplares dignos de foto. Ahora me viene a la memoria (ya que he estado hace muy poco por la zona»excursioneando») las dos palmeras de «Villa Rosario» en Caravia. Igual que si las hubieran sacado de la peluquería, peinadas y relucientes ;). ¡Buen «finde» Alejandro, lleno de descubrimientos y buenas fotos!.
Gracias Lena, lo mismo te deseo. Lo que ocurre con los jardines descuidados o abandonados, como Doriga, es que es más difícil fijar la vista porque el orden se ha perdido. La palmera pasa muy desapercibida, ni siquiera ocupa el lugar más destacado como en otras casas de indianos.
No tenía nada contra estos árboles (los eucaliptos, u ocalitos, como parece ser que los llaman por aquí) pero desde que leí que empobrecen de forma exagerada el terreno donde se han plantado…no les tengo mucho aprecio, la verdad. Tampoco estéticamente son árboles muy bonitos. Aunque no sea autóctono, donde esté una bonita palmera acompañando a una casa indiana….además, sirve como baliza de señalización, para localizar las casas más fácilmente en la lejanía. 😉
Lena, me encanta lo de baliza de señalización. Te habrás fijado que en la tercera foto hay una palmera, en este caso parece muy poca cosa en comparación con los eucaliptos.
Espectacular, todo un lujo poder visitar sus jardines!!
Te gustarán Diana.
Lo primero ; felicitar a Enrique por el sorteo y señalar también ; que me gusta mucho la foto del pequeño canal. Me chocan un poco esos eucaliptos gigantes , ¿ cuántos años podrán tener ?..según tengo entendido, son foráneos y de crecimiento , más bien rápido. Saludos a todos.
Ya sabes Ramón que no es habitual ver eucaliptos tan grandes por aquí. Es posible que los plantara el indiano. Cuando compró la propiedad hizo muchas reformas tanto dentro como fuera. En ese caso tendrían unos 120 años. Saludos.
Maravillosas fotos. Estuve hace años en el interior del Palacio, y aunque no debería quejarme porque ya bastante que entré, no me enseñaron ni el Baño «campo de fútbol» ni otras estancias que refieres en el blog. El señor que nos permitió la entrada, nos enseñó las estancias que tuvo a bien, y estoy segura que no fueron las más interesantes. He de decir que lo encontré algo desordenado y muy,muy oscuro….pero claro, quizás la perspectiva de aquellos años en que era más cría, no me permitieron valorarlo como se merece. Así que intentaré una nueva visita pues las fotos que publicas, tanto del interior, como del exterior, merecen la pena de verdad. Y así olvidarme de esa primera imagen de mucha dejadez.
Paloma, yo te puedo decir que también tengo el recuerdo de unos interiores con iluminación insuficiente que le daban un aire lúgubre a cada estancia, entre tanto mueble de tono oscuro. Yo recomiendo la visita por ser un conjunto singular y accesible.
Creo (a mi modesto entender) que el Palacio de Dóriga es uno de los lugares más auténticos de Asturias. Y eso que contamos, por suerte, con no pocas piedras llenas de historia. Espero que esta oportunidad de visitar libremente el jardín de este palacio, sirva para disfrutar de él y maravillarse con el ambiente que le rodea y no para destrozar y echar a perder un lugar tan emblemático. Sería una pena…
¡Y enhorabuena a Enrique por haber ganado el concurso!.
Me uno a esa petición, y a la sensación de que este lugar tiene algo especial que merece ser admirado. Gracias Lena.
Cada vez tengo más claro, admirado Alejandro, que he de inventarme una buena excusa para hacer un viaje Narcea arriba a partir de Pravia, por muy a desmano que me pille de mi entorno santanderino.
No puede uno perderse una joya así, justo en el momento (¿quizá un último suspiro?) en que se resiste a que el tiempo arruine sus piedras, vacíe sus senderos de caminantes, abata sus bancos de hierro y madera, y desdibuje la recia figura de sus centenarios eucaliptos.
Me ha traído a la memoria un emocionante paseo que hice un par de décadas atrás por la evocadora ciudad-ruina, detenida en el tiempo, de Ninfa, sesenta kilómetros al sur de Roma.
Gracias por tus regalos visuales.
Gracias Juan, aquel día yo seguí río Narcea arriba, con algunas paradas memorables, recuerdo ahora Láneo, bastante cerca. Seguir el curso de un río es una forma estupenda de descubrir un territorio, y de entenderlo.
Ahora su entorno se degradó mucho con la obra de la autovía; yo estuve por ahí unes cuantes veces (y hablo de mas de veinte años) y siempre encontré la puerta abierta; una gran sensación recorrer esa finca, impone ya solo pasar esa entrada monumental… salud.
César, la autovía está demasiado cerca y suficientemente lejos como para no verla cuando entras en Doriga. Ahora hay muchas casas cerradas o vacías, quizá en su día la mayoría de los habitantes trabajaban para «los señores» del Palacio.
Una auténtica maravilla, un retorno al pasado en forma de muros que parecen haber contemplado muchos siglos de historia. Un paseo muy evocador, gracias por abrirnos esta ventana Alejandro.
Xurde, creo que esta visita te gustará hacerla.