EL TESTIGO IMPASIBLE
A veces llegan a rozar el techo, a ocupar paredes enteras, presumiendo de una belleza contenida, clásica, eterna.
Cuando una casa de indianos ha sido casi totalmente desmantelada, cuando ya no queda nada, resiste en el comedor un gran aparador que nadie se ha atrevido a llevarse. “Demasiado grande”, dicen, “a ver quién lo mueve”, “esto no cabe en un piso”….
La mayoría han sido hechos por encargo, muchos son piezas únicas, medidos para ocupar un espacio, con tallas y formas y distribución que el cliente eligió en su día para acoger interminables vajillas con las iniciales orgullosas del indiano.
Aquí tienes una selección de los muchos que aparecen en “A la Mesa del Indiano, Cuadernos de la Tía Isabel”, acompañando un estupendo recetario de cocina indiana.
Hoy celebramos el Día del Libro y sorteo un ejemplar de «A la Mesa del Indiano» entre todos los comentarios a este post (hasta el día 30). Gracias por participar.
La Casa Grande, chalé de Roberto López, Castropol.
De pared a pared, chalé de Darío Mijares, en Llanes.
La Casa Roja, en Colombres, concejo de Ribadedeva.
Chalé de los García de la Noceda en Pravia.
Villa Radis. En Somao, concejo de Pravia.
Villa Cristina, Barcellina, concejo de Valdés.
La singular Villa Anita, en el concejo de Boal.
Villa Luisa o chalé de los Prieto, Prado, Caravia.
En esquina. Casa de Los Leones, Colombres, Ribadedeva.
Todos los muebles del Palacio Arias son enormes. Navia.
Quinta de Arriba, Alevia, Peñamellera Baja.
Y para terminar, con redoble de campanas, La Javariega, Poo de Llanes.
Soy una forofa de los muebles de época, esos en los que uno respira el alma de la casa donde habita.Cada pieza da sentido a las estancias, las llena de historia, las engrandece, nos lleva a querer revivir los momentos familiares, sociales de las personas que allí residieron solo con un roce en su madera noble.Un desayuno en una mesa con vistas , y con un entorno tan evocador, me parece el colmo del lujo. Si tuviera una maquina del tiempo, la pararía a comienzos de siglo pasado, y mi espíritu en la magia de las mansiones de indianos.
Una colección de chineros soberbia. Quizá faltaría un representante del art decó pero no es muy habitual en las casas de indianos (la casa «Mora» parece una excepción). Coincido con algunos comentaristas anteriores en que, a pesar de que me gustan mucho los muebles antiguos, el estilo «remordimiento» español no es precisamente mi preferido: en pequeñas dosis se tolera bien pero a mayor escala «mete mieu».
Ana, veo que eres una experta en el tema de mobiliario y agradezco tu aportación. Cuando los ves al natural, no meten «tanto mieu». Los espacios, como sabes, son muy grandes y se reduce mucho el impacto. La excepción es la casa de la Marquesa de Argüelles en Llanes, ese sí que apabulla.
Magnífica colección de muebles!! me encanta imaginar que tipo de vajillas y accesorios de cocina habrán guardado allí sus dueños, desde luego todas unas obras de arte de la ebanistería.
Me gustan los de Villa Radis, el de la Javariega, y el de la quinta de Arriba, más estilo años veinte que tan rococós, pero cualquiera me parecería magnífico y me encantaría poder verlos al natural, aunque en tus fotos lucen como joyas.
Saludos, Esther
Gracias Esther. Es una selección entre un montón más de aparadores, y sólo de las casas de indianos. Hay ejemplos muy buenos en los palacios. Saludos.
Vaya colección de aparadores! Impresionante.
Dificil elegir entre todos, pues cada uno posee su personalidad que vá intrinsecamente ligada a la de la casa en la que habita.
Pero definitivamente me voy a decantar por el de La Javariega, y es que todo lo que hay en esa casa tiene una magia única. Arquitectura, pintura de las paredes, escultura de las balustradas, y como no, los muebles, todos ellos peculiares, y éste, digno de presidir la entrada de este artículo.
Enhorabuena.
Violeta, yo de acuerdo, La Javariega es un pequeño tesoro modernista de lo más interesante.
¡Qué pasada de muebles!. Además todos parecen estar adecuadamente adaptados a su entorno. Me llama mucho la atención el mueble esquinero de la Casa de los Leones en Llanes, pero más me gusta el detalle que
hay delante de él … ¿juego de café, té…?
Oscar, haciendo un poco de historia, sólo he visto este tipo de aparadores en esquina en las casas más antiguas (anteriores a 1890), como en la Casona de Iñigo Noriega (también en Colombres) o en la Casona de los Corujedo (Riberas de Pravia). Es posible que fuera una «moda» que se fue perdiendo. Con respecto a lo que hay delante, es un samovar, el utensilio utilizado en Rusia para preparar el të.
Los que yo escogería, son el de Villa Anita o Villa Radis. Particularmente me gustan los muebles un poco más sencillos, cosa imposible en estos salones y menos en una pieza estrella como es el aparador. La verdad que los artesanos de antaño creaban verdaderas obras de arte . Saludos.
Ramón, hoy no voy a estar de acuerdo contigo, ya ves. Villa Anita es la Disneylandia de las casas: deslumbrante, sorprendente, pero este aparador no está entre mis favoritos.
Antes de nada, quiero agradecer a google el haber descubierto tu web. La primera vez que vi una casa de indianos en Asturias me quedé sin habla. Estaba en mitad del campo (no recuerdo donde), me pareció un sueño, y aún hoy me lo siguen pareciendo. ¿Qué se sentirá al vivir en una de ellas?. Llegar de la calle y dejar las llaves sobre un aparador, poder abrir un cajón….sentarse a contemplarlos, pasear por los suelos de madera…
María, creo que describes muy bien la sensación que hemos tenido muchos de nosotros al encontrar las casas. Yo no me he acostumbrado todavía, a pesar de que hay casas que veo una y otra vez. Gracias también a google…
Todo un lujo para nuestra vista,cuántas cosas habrán guardado en su interrior,y como no también testigos de cuántas conversaciones de indianos.Es un privilegio admirarlo en vivo y en directo
El comedor ha sido testigo de muchas largas sobremesas de indianos aunque, como las casas se abrían sobre todo en los largos veranos de entonces, siempre me los he imaginado almorzando en el jardín, a la sombra de los magnolios.
Son joyas, auténticos testigos de otra época en la que un mueble era «para toda la vida y siguientes», porque son muebles inmortales y prácticamente eternos, herencia asegurada, ajenos al modelo actual de usar y tirar, con un gusto exquisito en la mayoría de los casos (no me gusta lo barroco o rococó, al menos no en exceso, y sin embargo estas piezas me parecen muy contenidas y logradas).
Xurde, hay de todo, y todos tenemos nuestros gustos. Yo, sin saber apenas nada de muebles, con el tiempo he ido apreciando la calidad en la tallas, el acabado, la elección de la madera. Son muebles para durar siempre, un concepto contrapuesto al de ahora.
Me parece muy original esta entrada, Alejandro. Estos muebles, hechos muchas veces a medida, son auténticas joyas que son la prueba de épocas pasadas, donde no solo se buscaba la utilidad del mueble sino que eran de por si un gran valor. Hoy sería impensable, en muchos casos, poder acoger en nuestras casas un aparador de estas dimensiones, por el valor de la pieza y por las dimensiones de las viviendas, donde a veces hay que hacer malabarismos para poder meter tantas cosas en tan poco espacio. Eres un gran afortunado al poder ver estas auténticas piezas de museo en primera persona. Gracias por compartirlo con todos nosotros, no sabes como te envidio…
Gracias Lena, en casas con alturas de techo de 3,50 y más, estos muebles todavía se ven «normales», incluso a veces «pequeños», por eso dicen que todo es cuestión de escala.
Maravillosa selección de aparadores, Alejandro. Cada uno tiene su personalidad, tal vez en relación o no con el alma de la casa que la contiene. Unos sobrios como en Villa Cristina o Villa Luisa; otros simpáticos como en Villa Anita y, algunos, extraterrestres como el de la Javariega o La Casa Grande (el Modernismo puede ser un tanto lunar). Algunos reclaman atención, otros se muestran más orgullosos de las atenciones que reciben pero todos ellos participan de un denominador común: belleza, grandiosidad y pompa.
Quién pudiera admirarlos en directo con los espacios para los que fueron concebidos. Eres muy afortunado, Alejandro. Enhorabuena.
Es cierto Miguel que en la foto de cerca se pierde el contexto que es tan importante para ver el mueble en su espacio y con relación al resto. Y hablando de extraterrestre, La Casa Grande es un poco así, toda ella, y el aparador es una muestra. Gracias por comentar.
Pagaría por poder ver todas estas «joyas» en persona y te considero una persona afortunada por poder trabajar admirándolas. Enhorabuena por tu trabajo.
Gracias Beatriz, yo disfruto haciendo las fotos, pero sin pagar es posible que pudieras ver algunas de ellas…
Es difícil escoger uno, pero creo que me quedaría con el de La Javariega. A veces es un error separar estos preciosos muebles del lugar y la decoración para el que fueron creados, pierden esa magia que se ve en la Javariega o en la casona de Castropol. Por cierto, creo que nunca nos has hablado de los interiores de la Quinta de Arriba en Alevia. Me gusta saber que aún guardas buenas novedades! Un saludo!
David, tienes razón, creo que sólo he puesto en el blog el singular baño de la Quinta de Arriba. Queda pendiente el resto (precisamente ayer estuve por allí).
No es para concursar, que ya tengo tu libro y es estupendo!!!! Sólo un comentario, de estos muebles, es de los que había varios (qué sería de ellos?) en aquel almacén de Reto que te comenté hace unos meses, recuerdas? A saber!
Rosa, ya sé que lo tienes, gracias!. Es cierto que aparecen algunos de estos aparadores en anticuarios y en tiendas tipo Reto. A pesar de su tamaño siguen teniendo su clientela, sobre todo ahora que se lleva mezclar estilos muy diferentes en la decoración (lo antiguo y lo moderno en el mismo sitio).
¡Maravillosos! Verdaderamente de todas las estancias de la casa indiana será el comedor la que más intente impresionar: grandes lámparas, alfombras, mesas y sillas, cortinajes de terciopelo o damasco… y presidiéndolo todo, el aparador. Como bien dices su tamaño es su gran defensa, y además muchas veces conservan esas vajillas originales (mucha gente no las valora, yo me he encontrado piezas de Sargadelos amontonadas en una cuadra…).
Me gustan varios (el de la Casa Grande y el de García de la Noceda) pero me quedo con tu redoble de campanas: La Javariega. Además de ser un diseño de Del Busto es un ejemplo que más allá de la talla destaca por el uso de la marquetería, la incrustación, una técnica muy de moda en aquellos años y hoy perdida, al menos inalcanzable con esa calidad.
¡Gracias!
Martín, yo tengo debilidad por La Javariega, es un hecho, así que siempre la pongo entre mis preferidas para todo.
Pues no sé si seré la primera…o habrá quien en este instante se me adelante…
Pero por admiración a este blog, por admiración a tus fotos y a tu generosidad por hacernos llegar estas maravillas que de otra forma no podríamos conocer… sí que estoy entre las primeras.
Algunos de estos aparadores son como altares, con dimensiones exageradas para ubicar en los metros cuadrados de las casas actuales, pero algunos son bastante asequibles en proporciones, aunque no armonicen en ocasiones mucho con el resto de la decoración…
Así, he visto algunos de estos aparadores heredados de abuelas en algunas casas…
Objetos de otras épocas que por sentimentalismo, nostalgia, añoranza y en recuerdo de sus primeros propietarios nos negamos a hacer desaparecer…Y sí, alguno de esos aparadores antiguos, tallados a a conciencia, por donde se mete el polvo en cada recoveco, me toca de cerca… Y aunque no pertenezca a una casa de indianos, también tiene su historia y es bonita de recordar.
Gracias Alejandro.
Gracias Paloma, me has recordado, diciendo lo de «aparadores como altares» el de la casa de la Marquesa de Argüelles en Llanes. Fue lo primero que pensé al verlo. Está en «Un Viaje en el Tiempo» y creo que es el más grande que he visto hasta ahora, palacios incluidos.
Vaya colección de aparadores Alejandro. Unos con la madera mas tallada que otros, pero todos ellos de unas dimensiones tan grandes, que como tu dices, hoy en dia no cabrían en ninguno de nuestros saloncitos, y eso nos da una idea de los metros y la altura de techos que tenían esos comedores. Sería extraordinario, poder ver en ellos a toda la familia reunida en las comidas y las cenas, en las que no faltarían los manjares mas exquisitos. Me gustan todos, pero si tuviera que elegir me quedaría con tres de ellos por este orden. Casa Roja (porque siempre me ha entusiasmado este mueble tan mazizo y rotundo) Villa Cistina (que creo no habiamos visto) y Chalet de los Prieto. Quien pudiera verlos todos ellos in situ; sería una gozada; aunque tus maravillosas fotografias nos los muestran en todo su esplendor.A ver si tengo suerte y me toca el libro. Un saludo.
Gracias Mª Luisa, el de la Casa Roja es muy singular, lo pongo entre mis favoritos.