
EL SEÑOR DE LA TORRE

Feliciano no es conde, ni marqués, ni tiene ningún título nobiliario, pero es noble y cercano en el trato y te mira, curioso, a los ojos.
El interior de la Torre de San Emiliano es muy humilde, en contra de lo que pueda parecer al verla por fuera. Feliciano se dedica a las labores del campo en las tierras que cultiva cerca de San Emiliano.
El suelo de la planta baja estaba, cuando yo le visité, cubierto con la cosecha de patatas junto a un viejo carro de vacas al que le faltaban las ruedas. En la primera planta está la cocina moderna, sustituyendo al antiguo llar. Es la única estancia luminosa y caliente de la Torre. La segunda planta está dividida en dos sencillos dormitorios y más arriba hay un desván vacío.
Feliciano hizo de amable guía por la torre y me acompañó a conocer el pueblo, insistiendo en cargar con parte de mi equipo fotográfico y localizó al cura para conseguir la llave de la iglesia y permitir hacer las fotos de las pinturas.
Al final nos sentamos a la puerta del bar cerrado, contando historias de los pueblos abandonados de los alrededores…
Hace poco tiempo que estuve en San Emiliano. Es un pueblo que merece la pena ser visitado. Y aprovechar para ver la Presa de Grandas de Salime, ya que queda cerca. La construcción impone y mas por la cantidad de historias que se cuentan sobre su construcción.
Noemi, yo también animo a la gente a que visite el pueblo. Parece que está muy lejos pero luego no es tanto. Un saludo.