EL CAPITALITO
Cada vez me fijo más en estas pequeñas casas de indianos, aunque ¿cómo debería llamarlas?. El indiano es aquel que vuelve rico de América, pero la mayoría nunca retornó o lo hizo con lo suficiente para el pasaje de vuelta y una maleta vacía. Queda un limbo que también ha sido ignorado, el de los que trajeron unos cuantos duros para hacer una casita y dejaron en su construcción la impronta del otro lado del océano. Fueron, pero no lo consiguieron, ¿o si?. Miyares, concejo de Piloña.
No creo que tenga relación con la casa, pero de Miyares ya emigró a principios de s. XVIII un Estrada, iba como criado y a México
José, hay una casa de un indiano de nombre Eduardo Estrada en Miyares, que veremos más adelante. Sobre esta casa de la foto no tengo datos, más allá de su estancia en Cuba.
No sé cuantas casas de este tipo puede haber y si será difícil dar con ellas en Asturias (supongo que si) pero me parece una entrada/tema de lo más interesante y curioso. Si encuentras más de estas «lindas» o como han dicho más arriba «conmovedoras» moradas, te agradecería que siguieras mostrándonoslas.
Lena, así lo haré. Iré publicando más a medida que aparezcan en el camino.
Si la fotografía es reciente, no sé qué me conmueve más, si esta humilde pero dignísima construcción, reflejo de una vida plagada a buen seguro de inseguridades y aventuras que desembocaron en la obtención de unas rentas suficientes para retornar y plasmar con esta casa los recuerdos y vivencias de la vida en ultramar, o el que hayas podido obtener una fotografía con cielo despejado y sol. Ambas circunstancias son igualmente conmovedoras, tras estas semanas en que el sol se deja ver menos que un billete de 500. Bromas aparte, coincido en que esto no hace sino demostrar el enorme patrimonio que atesora Asturias, y la certeza de que ni todos retornaron (la inmensa mayoría no lo hizo), ni los que lo lograron lo hicieron con el baúl repleto de dinero.
Xurde, puedo confirmarte ambas cosas. Primero, que la foto es reciente, de este pasado mes de Abril, y que fue en uno de esos escasos días de sol (parcial) que hemos disfrutado desde el siglo XIX (o así lo parece).
Las fotografías de Figueras maravillosas, pero ésta me encanta. Un beso
Gracias Ascen, un beso.
Desde luego emociona imaginar a sus moradores satisfechos, descansando al atardecer. Tal vez no todo el mundo necesitaba construir mansiones, y, como bien dices, muchos regresaron con poco dinero por lo que tuvieron que seguir trabajando. Debemos reivindicar esos indianos modestos, si no hicieron grandes obras sí que llevaron «la novedad» a sus pequeños pueblos o aldeas. ¡Un abrazo!
Creo que pudo presumir de su casita, aunque no tuviera un gran capital para vivir de las rentas, pero le quedó el recuerdo de su estancia en Cuba.
Será pequeña, pero con buen porte y estilo. Me encanta.No impresiona como otras pero nos conmueve, como dice Maite. El paisaje del fondo la delata, pero bien podría estar en Trinidad o Camagüey con una mecedora en el porche… tan colonial…Tengo especial debilidad por este tipo de casa menor y construcción anexa que tiene un encanto especial que desborda por encima de su tamaño. No son fáciles de Conocer porque no destacan y ,casi siempre,permanecen en el anonimato o en segundo plano, igual que hijas de un Dios menor . Menos mal que tenemos un «rastreatorrr» fantástico. Me la apunto… SALUDOS
Gracias Nicolás, seguro que iremos descubriendo más casas indianas modestas, merecen la pena.
Es conmovedor.
Lo es. Un abrazo Maite.