EL BARRIO ALTO
Una pequeña colonia de indianos se instaló en La Magdalena para disfrutar de las vistas y de la brisa del mar.
Edificaron sus casas a finales del siglo XIX cerca del palacio de La Magdalena, a las afueras de Soto del Barco, que era por entonces propiedad de una familia de indianos, los Castro.
Comienza aquí una serie de visitas por pueblos o barrios muy indianos, algunos menos conocidos, que puedes incluir en tus excursiones, dicen que ha llegado el verano.
La primera casa que encuentras es Villa Carmen, la familia había emigrado a Cuba a lo que se llamaba aquí “ir a hacer La Habana”.
Casi enfrente está el palacio (hoy en día hotel). Asómate a una de las mejores vistas de la desembocadura del Nalón y su entorno.
Una de las primeras casas de la zona, de 1871 , recientemente restaurada.
Los miradores fueron habituales en las casas de los pueblos costeros, una forma de ver y de destacar. Ésta de indianos parece no querer privarse de ningún elemento que la haga llamativa.
La Gozala, también conocida como Los Cedros, tiene un maravilloso jardín romántico que se descuelga hasta el río. Paciencia, pronto lo veremos.
Este modelo exacto de galería, decorado en azules, se repite en muchas casas indianas de la zona, vistosa de verdad.
Otro ejemplo más de las muchas casas de indianos diferentes que puedes ver en un corto paseo. Si te queda tiempo, baja hasta la orilla del río Nalón, merece la pena.
Me gustan mucho la foto detalle del jarrón y la de la verja. Creo también que la última o una similar ya apareció por aquí… da ganas de sentarse a ver la puesta de sol… saludos.
Buena memoria Ramón, hablé una vez sobre ese lugar en la desembocadura del Nalón donde atracan las embarcaciones que van a la angula.
Me encanta esta serie porque muestra casas menos conocidas (y con el complemento del Cuaderno ya ni te cuento) pero con tanto duende como otras más espectaculares. Deliciosa la galería de cristales de colores; si es que donde esté una buena galería… Entre Somao y La Magdalena puede pasarse uno un día entero con la boca abierta. Muy cerca, en el Pitu, hay también un par de casas poco conocidas (yo las localicé gracias a las páginas inmobiliarias).
Alejandro, supongo que sabe que La Gozala está en venta y pueden verse fotos del interior en varias páginas web; también salió en un programa de televisión. La decoración está muy cuidada pero parece que conserva poco del trabajo original.
Es cierto Ana, hace tiempo que está en venta La Gozala, aunque los interiores ya son otra cosa que poco tiene que ver con el original. Sin embargo, me atrae mucho el jardín y merece un reportaje en este blog. Sobre la zona, desde luego que hay mucho que ver: Soto del Barco, Riberas de Pravia, Somao, y El Pito, todo queda muy cerca y se puede coger un buen «atracón» de casas indianas con mucho encanto. En El Pito hay dos casas que estoy intentando fotografiar, pero aún no he podido localizar a sus dueños.
Ay, y del castillo también tengo batallitas. Tuve la gran suerte de poder hacerme las fotos de comunión dentro del castillo y los jardines gracias a que mi padre decidió echarle cara y pedirle las llaves a la guardesa que mantenía limpio y vigilado el castillo a principios de los 90. Le pedimos la llave y no se preocupó de vigilarnos o seguirnos, sino que nos dejó hacer y deshacer durante horas. Tengo muy buenos recuerdos de esas fotos y de los sitios que más me gustaban en el castillo.
Una pena que no den permiso ocasionalmente para visitarlo.
Vanessa, yo estuve hace poco en El Castillo de San Martín, está impecable. He podido verlo entero pero de momento no tengo permiso para fotografiarlo, aunque espero que algún día se logre. Pretendía incluirlo en el segundo tomo de Palacios que estoy terminando pero «mi gozo en un pozo»… Entretanto, un par de fotos de hace un siglo (literalmente) en el Cuaderno.
En Villa Carmen, hasta donde yo sé, vivía la que una vez fue médica del consultorio rural de Malleza. O al menos eso me dijo varias veces mi padre cuando le preguntaba porqué los niños con los que yo jugaba de pequeña se marcharon del pueblo de mis abuelos. Antes vivieron en el consultorio del pueblo y cuando a ella la trasladaron se fueron a Soto.
En ese Palacio fui yo a clase. A mediados y finales de los noventa estaba completamente abandonado. Yo iba a clase de manualidades con las amas de casa de Soto y el ayuntamiento nos cedió el inmueble y se adecentó para nuestras clases.
Impresionaba muchísimo entrar por esa puerta (que antes no estaba así de bonita y se caía a trozos) con ese ruido que provocan unas bisagras oxidadas, propio de los caserones más lúgubres que salen en los cuentos góticos. Y por ahí iba la cosa, porque teníamos que pasearnos por el palacio con la única luz que nos daban las linternas que usábamos fuera del aula.
Yo, que siempre fui una miedica de pequeña, nunca me aventuraba sola por el palacio a no ser que fuera con alguna señora mayor o la profesora y siempre hacía a mi madre venir a buscarme a clase cuando era invierno y los días menguaban y se iba el sol pronto. En verano las clases terminaban a las 8 y yo prefería sentarme en el muro que mira al castillo y a la desembocadura.
Donde hoy está la cafetería del hotel era parte de nuestra clase de manualidades, sin calefacción y con cuatro bombillas mal puestas; y a la derecha de la escalera, donde creo (si no recuerdo mal) que ahora es una estancia privada estaban los baños del colegio que una vez fue el palacio, con esa hilera de retretes con puertas y los 4 lavabos y el alicatado hasta el techo. Uno de los sitios más tétricos que he visto. Las escaleras que subían a la clase, que son las que siguen existiendo, tenían huecos entre ellas porque al parecer el mármol que las componía se había soltado y había lajas desperdiciadas. Yo siempre tenía miedo de que algo saliera por ahí y me agarrara el pie.
Qué tiempos…
Vanessa, qué bonito relato, te echaba de menos en los comentarios. Esos episodios de la niñez nunca se olvidan, pero tú los sabes contar muy bien. Yo sólo estuve dentro del Palacio una vez, tomando el café cuando estuve haciendo fotos en las cercanias. Más tarde, el premio es asomarse a las espectaculares vistas del Nalón. Gracias por compartir esos recuerdos.
Guardo un gran recuerdo de una zona muy cercana a ésta, a la que solía acudir de pequeña con mi familia, fundamentalmente, por su buena mesa. ¡Que angulas me habré comido yo en aquellos años!. Mucho ha cambiado todo desde entonces. Ya en aquella época me encantaba mirar hacia el castillo (de San Martín) e imaginarme como sería su interior…Recuerdo también la casa de una señora muy mayor que siempre nos invitaba a pasar a su casa por ser nosotros críos muy pequeños (y supongo que por encontrarse muy sola) y que tenía un jardín en pendiente, con unas vistas impresionantes de toda la ría. ¿Que habrá sido de aquella buena mujer y de aquella casa?. Desde entonces solo he vuelto una vez, y todo era muy diferente…Me alegro que se hayan conservado muchas de aquellas casonas indianas que tanto abundaban y abundan por la zona.
Lena, ya veo que te ponías «tibia» de angulas, no está mal, ja, ja. El jardín en pendiente que recuerdas no sé si será el mismo del que yo hablo, el de La Gozala. Es realmente muy bonito y limita por abajo con el río. La casa tengo entendido que fue reformada por sus actuales propietarios. Las casas se han respetado aunque algunas ya necesiten ayuda.
Que bonitas casas Alejandro, y que cuidadas estan; afortunadamente, sus dueños se ocupan de ellas y las miman con primor. Antes de hacer la autovia del cantabrico, Villa Carmen se veía desde la carretera a mano izquierda y3endo hacia occidente y siempre me llamó la atención, porque parece una casa de muñecas. Me gusta las fotografia que hay entre las dos imagenes de La Gozala o Los Cedros, porque da la impresión, de que el arbol salga del centro de la palmera. Anoto en mi cuaderno de bitacora esta excursión para el mes de Agosto, que está ya al caer. Preciosas fotografias; como siempre. Un salaudo.
Exacto, Villa Carmen se ve perfectamente desde la rotonda, donde antes se producían atascos interminables y, que yo recuerde, estaba pintada de ese mismo azul. Ahora la casa está habitada todo el año desde su rehabilitación. Te recomiendo el paseo. Saludos.
Uno de mis paseos favoritos. ¿Vamos a tener sorpresa de alguno de sus interiores? Por cierto, de lo que comentábamos el otro día, la moda mesón sigue latente ja ja ja (no me hace gracia, la detesto profundamente). Un saludo.
Me acordé de ti al poner esta foto de la casa, ya veo que no eres muy partidario de la piedra vista. Sobre los interiores, estas casas están muy reformadas (las que he visto) pero estoy pendiente de ver una que promete y la podré enseñar aquí.
No conocía este precioso núcleo indiano, así que ya tengo una parada obligatoria en mi próximo viaje a Coruña, gracias por mostrárnoslo. Espero fotos de ese jardín que nos comentas. Un abrazo, Esther
Me alegro de descubrirte algo nuevo, guiándote por el Palacio de La Magdalena no tiene pérdida. Un abrazo.