DOS AVENIDAS PARA SOÑAR DESPIERTO II
Cambian la ropa, los carruajes y las maneras, pero aún nos quedan las casas, el paseo, y el chocolate con churros.
En la década de 1890, el ensanche de La Concepción unió finalmente la villa con el lugar de moda, la Vega de la Portilla. Allí se reunían los llaniscos, entre paseos, partidas de bolos, y festejos en la plaza de toros del Rinconín, iniciativa promovida por la Marquesa de Argüelles durante aquellos años.
A menudo, ponían el broche a la tarde merendando chocolate con churros. Esta costumbre, según señala Marta Llavona en su libro “Una Arquitectura de Distinción”, era de gusto cosmopolita, y fue implantada por los indianos, importada de los modos franceses e ingleses vigentes en ciudades como La Habana o Ciudad de México.
Saliendo de Llanes por la Avenida de La Concepción, encontramos primero el chalé de Tomas la Madrid (1896), hoy convertido en un edificio de apartamentos, pero que conserva su fisonomía exterior.
A su lado está el chalé de los Junco Mendoza (1895), construida por Enrique Junco con el dinero de su padre, emigrante a Texas.
Llegando a la esquina, el chalé de Los Leones o Villa Flora (1909), palacete de aire modernista edificado para Manuel García.
Al otro lado, están el Palacio de la Marquesa de Argüelles (1895) y, enfrente, La Concepción, reformada en 1909 para el indiano Sinforiano Dosal y que está actualmente en un estado lamentable. Hemos hablado de estas últimas en El Triangulo de Oro.
El chalé de Juan Noriega (1920), más discreto, es uno de los pocos ejemplos de arquitectura regionalista asturiana levantados para indianos.
Finalmente el Palacio de Partarrío (1899), al final de la Avenida, con su porte elegante y sus fachadas cinematográficas.
La primera parte está aquí.
En 1893 el ejercito compró 10000 fusiles Maüser por 1.080.000 pesetas.
José, con ese dato resulta que Sinforiano no fue muy espléndido, probablemente por eso no consiguió un título nobiliario como su vecino de enfrente.
Sinforiano Dosal da 100 pesetas en 1893 para la compra de fusiles Maüser para el ejercito, para la guerra de Marruecos contra los Rifeños
José, lo que me intriga es saber cuanto fusiles se podrían comprar con 100 pesetas de entonces, ni me lo imagino. Un saludo.
Son otros tiempos y ya no hay carruajes ni damas encorsetadas ni señoritos con bigote y canutillo. Pero como dice Mariam ,de oviedo, siempre es un placer deambular por Llanes, sin dirección y sin prisa cuando se han ido los turistas. Nos quedan las casonas y palacetes repartidos por sus calles. Tenemos el escenario perfecto para soñar despiertos y rememorar parte de lo que allí se vivió. Antes teníamos «El Auseva», el salón de té más encantador que podría haber. Era entrar en él y retroceder en el tiempo.Uno se imaginaba enseguida a las señoras más finas de la villa sentadas en sus butaquitas, junto a la cristalera, dominando la calle, mientras tomaban su chocolate con churros en invierno o su «peña santa» en verano. Se nos fue como también se fue el teatro, otro escenario,probablemente, maravilloso. Menos mal que nos queda la imaginación que todo lo puede.
Saludos
Nicolás, yo me perdí la experiencia del «Auseva». Pasaba por allí, siempre con alguna urgencia, y no sé me ocurrió pensar entonces que un sitio tan entrañable podría desaparecer de repente, pero así ha sido. Esos locales siempre son mis preferidos. Un saludo.