MEMORIA DEL PASEANTE
La memoria del paseante es selectiva, atrapa lapsos de tiempo, como el obturador de una cámara.
Por eso mis paseos por la villa de Llanes son siempre particulares, atentos al color y al gesto, pendientes de la luz que lo transforma todo, renovando cada espacio como si lo descubriera por primera vez.
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Al llegar a Llanes quizá nos tiente primero ver el mar, sentarnos sobre el Paseo de San Pedro y contemplar el horizonte mientras sale o se pone el sol.
Adentrarnos a continuación en su recinto amurallado, entre la Casa del Cercau y La Basílica, donde puede que la bungavilla que cubre sus paredes esté en flor mientras se acercan los fieles a la hora de la misa.
Detenernos tal vez en la Plaza de Santa Ana frente al Palacio de Gastañaga, con su traza medieval, para seguir deambulando por las calles del casco histórico hasta divisar el Torreón.
Calle abajo te sorprenderá descubrir su gran Casino, edificado para distraer el ocio de los indianos que hicieron fortuna en América.
Recrearnos finalmente, distraídos por el mar, en la obra de Agustín Ibarrola, los Cubos de la Memoria.
Tal vez tú tengas un recuerdo de Llanes.
A mi también me gustan, Alberto, los cubos de Ibarrola. Estoy de acuerdo con Alejandro, y, además me parece que reflejan dos rasgos muy significativos de la historia y la geografía asturiana, magníficamente captados en la foto: la palmera de los indianos y el motivo modernista que se ve tras los paseantes.
Y ¿qué decir del veterano lector que pasea junto al casino? Se le nota vigoroso en el andar, atento en el leer y ajeno a lo que dentro del solemne y barroco edificio pueda estar ocurriendo; toda una lección.
La del torreón me suscita una duda: la franja vertical de la derecha ¿se trata de un trozo de muro mampuesto o del tronco de una palmera? Tal vez ambas cosas, como una metáfora sobre el mestizaje entre la tradición norteña y la modernidad indiana.
Más sorprendente me resulta la de la basílica. Me parece un auténtico desafío, de espléndido resultado, por composición (¡bravo por saltarte la regla de los tercios!) y por color, con ese par de buganvillas como otro reflejo indiano; y resulta divertida la mirada que el circunspecto cardenal Inguanzo parece dirigir a la anciana de andar cansado.
¡Enhorabuena por estas cuatro fotos! (la primera de la serie puede servir para envolver un caramelo).
Gracias Juan y bienvenido al blog. Efectivamente, la franja de la derecha es un trozo de muro en primer plano que sirve a la composición para evitar que se vea otra casa que rompe totalmente el conjunto. Siempre me ha fascinado esa capacidad de la fotografía para detener y congelar momentos efímeros y estas fotos juegan con esa idea. Un saludo.
Para mí, las pinturas de los cubos, que nunca me han gustado, desentonan el paisaje. Un saludo
Alberto, creo que los Cubos no dejan indeferente a nadie, a favor y en contra. A mi me gustan, quizá por la alegria que transmiten, y por aprovechar un objeto que tiene que estar ahí de todas formas, como en la mayoría de los puertos. Un saludo.