VÍCTOR REGRESA DE AMÉRICA
Corría el año 1882 cuando Víctor Sánchez Escalante regresó a Colombres: tenía 38 años, esposa, una hija, y era rico.
Había emigrado a Santiago de Cuba con 13 años. Allí fundó un almacén de tejidos de nombre “La Fortuna”. Se casó en 1880 con Mercedes Grimany en la catedral de Santiago de Cuba, tenía entonces 36 años y ella 16, y decidió retirarse poco tiempo después, dejando el negocio en manos de dos de sus hermanos, José y Eduardo.
A su vuelta construyó está casa sobre el terreno que ocupaba la cuadra del modesto caserío de sus padres. Tuvieron otros 7 hijos hasta que su esposa fallece en 1892 a los 27 años de edad, de una congestión pulmonar.
Víctor no se volvería a casar ni regresaría jamás a Cuba. Dedicó su tiempo a criar a sus 8 hijos, que estudiaron en colegios de Francia e Inglaterra, y a dirigir su negocio desde la distancia.
Murió en 1932 y está enterrado en este panteón del cementerio de Colombres junto a otro insigne indiano.
Otros miembros de la familia Sánchez Escalante construyeron casa en Colombres. A ellos se debe la Casa Roja, la Casa de Piedra, Las Palmeras y Los Leones, que iremos viendo esta semana para completar una semblanza de tan importante saga de indianos.
Mañana, la Casa Roja.
Bravo por Carmelina. Es digno de alabanza que personas como ella, descendientes de los fundadores de las casonas, hayan sabido conservar la vivienda por fuera y,con más mérito, por dentro.
Supongo que su abuelo se llenaría de orgullo cómo ha sabido su nieta restaurar y mantener casa y mobiliario .
Aunque la casa, que es bonita, no sobresale al tener un entorno con tanta rivalidad,sorprende su interior tan mimado y tan de la época. Da la sensación de museo . Me encantó poder disfrutar visualmente su interior.
Saludos.
En la casa se respira orden, limpieza y tranquilidad. Carmelina se mueve despacio por las habitaciones, sube y baja escaleras sin desmayo, y no pierde detalle. Me ha dicho que, en el futuro, al menos uno de sus hijos continuará preservando la memoría de los Sánchez Escalante.
A mi tambien me parece una casa bonita, sin pretensiones, y toda ella muy armonica. Me refiero, a que las estancias son proporcionadas en tamaño unas con otras, muy acogedoras y familiares. Da la sensación de un hogar muy vivido En tu libro Asturias, Tierra de Indianos, dices que ahora la llaman La mansaión del abuelo; ¿por qué?.
Un saludo.
Mª Luisa, la casa pertenece ahora a su nieta, Carmelina Sánchez Bustillo, que en honor a Víctor le puso «La Mansión del Abuelo» en una placa en la puerta. Ella es la que mantiene la casa tan ordenada y la que la restauró en los años 70.
Pues estaré esperando para poder leerla.
Pues ya lo tienes, saludos.
Me imagino que las paredes de la casa estarían empapeladas o por lo menos tendría algunas pinturas, ¿no? Es dificil imaginar una de estas casas tan blanca.
David, la casa estaba así, sin papel ni pinturas decorativas. De hecho, se empapelaron las paredes despues de la muerte de Víctor en 1932, al gusto de la época, y se quitó de nuevo cuando se restauró en los años 70. Carmelina, su nieta, me contó con detalle la historia de la casa. La sacaré aquí estos días, fue emocionante escucharla hacer el relato de la familia.
Es una casa bonita, sencilla y acogedora aunque espero con ansias a una de mis preferidas, la Casa Roja.
Es cierto, Víctor resultó muy austero en relación a sus hermanos, especialmente Eduardo, que encargó la Casa Roja, y a su hermana Ana (Casa de Piedra). Esta casa es, como dices, muy sencilla. En general, las que se construyeron antes de 1890 carecen del derroche decorativo de las posteriores.